Reclamándole.
Quizá por no dejar que se diga lo que se tiene que decir.
¿Alguna vez has sido acompañante de la soledad?
De ese vacío inmenso.
Derrumbándote.
Hecatombe del pilar de lo que no se pudo construir.
¿Has vivido sintiendo que estás incompleto?
Quizás un desperfecto del alma solitaria.
Un llamado de auxilio de una sombra milenaria.
¿Has contemplado noche a noche el cielo abierto?
Allá lejos de lo concreto de una prosa hecha plegaria.
El fuego de un bautismo de una estrella luminaria.
Y es que arden.
Arden todos los cuerpos celestes
Y se secan,
Secan todos los cuerpos terrestres.
En el proceso un vals de ignorantes.
Danzando la melodía.
En una serie de sucesos que no entendemos
Y nos dan melancolía.
El reloj va hacia atrás.
El tiempo se congela.
Las nubes no están más
Y nuestra mente solo vuela.
Libre de lo que desconocemos.
Prisioneros de lo que aceptemos.
Ignorantes, Ignorantes de todo y nada.
Sublimes en Bis,
Nacemos, morimos.
Al compás de la misma balada.
Sincronizadas con el latir de quienes estamos bajo ellas.
Laten junto a mi corazón,
Que se siente bendito en la simetría.
Bendito y rebosante de inexplicable sensación de alegría
Sin embargo,
La oscuridad de un infierno perenne se dibuja en mi horizonte
El presente me duele,
El futuro me aterra desde entonces.
Así que alzo la vista.
Buscando no perder esta sincronía
¡Oh Astro monumental!
Quisiera que tu luz estuviese tan cerca
Y mi oscuridad tan lejos como tu lo estás de mí.
Quisiera que supieras que a pesar de amar tu luz
Me siento devorado cada día por el vacío abismal
Déjame alzar la vista de nuevo.
Para recordar donde apareces cada noche y así nunca,
Perderte de mí camino.
Sigue alumbrando,
Sigue acompañándome.
Sigue haciéndome creer
Porque el vasto infierno me aguarda,
Pero jamás me verá caer.
Porque todo lo que pertenece al bien.
Será al bien.