No, no me mires así...
Sí, ellos se van con el tiempo.
Desde niño florecen contigo y te impulsan al cielo como el gas helio le hace a los globitos rosados que me regalaste para mi cumpleaños
Y te ponen a flotar por entre nubes de colores con los ojitos chinitos y la sonrisa plasmada en el alma
Energía invisible que te da chispazos...
Son enormes, cómo las burbujas de jabón lo son para las hormiguitas
Y nos arropamos con ellos porque son mantitas calentitas en la que nos acurrucamos los friítos días de invierno.
Sí, ellos se van con el tiempo.
Y a medida en que los muerdes, los saboreas y te los vas comiendo de a poquito en poquito, surgen otros pero más chiquiticos
Entonces están a la medida de tu existencia...
Y la sonrisa ya no es tan amplia y los ojitos son menos chinitos.
Aparecen espinas que desinflan las burbujas, menguando la respiración, extintores que expulsan realidades y el gas helio pierde sus propiedades.
Dejas de flotar...
Y sigiloso te sientas un día a descansar en la silla azul y blanca que compraste para estudiar.
Luego más tardecita, después de dos o tres cafecitos, te despabilas y te preguntas “¿dónde están?”
Ya tus ojos están redonditos, y la comisura de tus labios ya no denota curvatura alguna...
Y te deslizas hasta tu cama para dormir, para cerrar los ojos, y entrelazar tus manos
El sol, cuatro grandes lunas, seis hermosas estrellas, un planeta, tú, y muchos, muchísimos meteoritos...
Pero extrañamente un infinito, interminable y ruidoso vacío yace junto a ti.
No, no me mires así...
Sí, el sueño mortal surge
Y ellos, los sueños…
Ellos se van con el tiempo.