Hastiado de la Navidad

Ya se que lo normal es escribir un bonito artículo acerca de la Navidad y del amor, la generosidad y la paz que estas fechas inspiran. La Navidad, esa festividad en la que todos somos más buenos, o por lo menos intentamos parecer más buenos o mejores de lo que realmente somos, donde sonreímos más de lo habitual y donde intentamos ser más complacientes y respetuosos con el resto de la gente.

Mi espíritu navideño ha ido claramente evolucionando con los años; de niño deseaba fervientemente que llegaran estos días; no sé, quizás porque era época de vacaciones y de regalos, una época donde recibías de todo y no dabas nada o poco a cambio, exceptuando algún beso o abrazo más de la cuenta. En la adolescencia y juventud la cosa empezaba a cambiar algo, pero me gustaba la permisividad que mis padres me daban y que el resto del año estaba prohibida, como la posibilidad de salir de fiesta el día de Nochevieja.

Pero hoy en día reconozco que me hastía la Navidad: todo son prisas, correr para comprar aquello de última hora o de lo que te has olvidado, esas cenas copiosas y abundantes a las que ya no te apetece asistir y de las cuales estás deseando huir para ir a la cama a dormir, las repetidas disputas familiares, esas llamadas falsas que recibes de alguien con quien no te apetece hablar o que te ves obligado a realizar por aquello de quedar bien. ese regalo inútil que recibes o el cual estás obligado a hacer simplemente porque así está establecido, esos kilos de más de agarras en unos pocos días y que tanto cuesta quitarse luego y sobre todo por ese gasto monetario excesivo y desmedido que te deja la cartera tiritando.

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Fuente

En España todavía queda la festividad de los Reyes Magos y mi mente no para de dar vueltas pensando que puedo regalar a mis seres queridos que realmente les haga ilusión, y sobre todo que necesiten y les sea de utilidad, y no parezca que les estás comprando algo por compromiso.

Se supone que la Navidad debería ser una época de felicidad, de sentirnos mejor con nosotros mismos, de reflexionar y de proponernos nuevos retos para el nuevo año, pero yo lo único que espero y deseo es que pase cuanto antes. Es curioso percibir como a muchas personas les pasa lo mismo: la cajera del supermercado, el frutero, mi peluquero, mis compañeros de oficina, la mayor parte de amigos y familiares… al final todo el mundo con el que hablo me dice lo mismo. “estoy deseando que acaben ya estas fiestas”.

Hay un sabio dicho que dice “mal de muchos, consuelo de tontos”; realmente es así ya que en absoluto me sirve de consuelo que otros opinen lo mismo que yo, pero por lo menos me reconforta saber que no soy un bicho raro; me lo tomo con cierto sentido del humor.

A pesar de estar hastiado, cansado y aburrido de la Navidad, no pierdo la ilusión por pensar que el 2018 va a ser un año excelente en lo personal, y espero y deseo que para todos vosotros también lo sea.

Feliz 2018!!!

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