Que buena vaina, nos echó ese muerto...

Hoy saliendo un poco de la rutina, quiero traerles este relato de corte misterioso pero muy jocoso...

Venancio y Casimiro, dos campesinos vegueros de cualquier pueblo de nuestros pintorezcos paises latinoamericanos; una tarde conversan sobre la situación crítica que ambos están pasando:

  • Conchale Casimiro, esta vaina está jodia; apenas ganamos pa' medio comé; si no hacemos algo, vamos a morir de hambre.

  • No se preocupe compadre que algún trabajito bueno nos tiene que salí; por lo menos usté ahorita está limpiando el cementerio del pueblo y algo le pagaran.

  • Ay Compadre, como si juera gran cosa, ese alcalde del pueblo es tan agarrao, que hasta me debe la última limpiaíta que le hice.

  • Compadre, Dios aprieta pero no ahorca, va a ve como vamos a salí pa'lante.

  • Bueno Compadre con decile, que a veces envidio a los fulanos muerticos que por lo menos ya están decansando.

  • Compae Venancio, con llora no vamo a solucioná na. Ahoritica mismo, agarro mi machete y voy a limpia el monte del rancho de doña Josefa que está muy feo.

  • Si es verdá Casimiro, barco parao no paga flete; ya está oscureciendo y es mejor que arranque pa'l cementerio. Usté sabe que me gusta trabaja en la nochecita.

  • Bien Compae; que le vaya bien, nos vemo ahora más tarde, en la cantina de Jacinto, pa' echanos par de friítas por lo menos.

  • Ok Compa, allá lo alcanzo.

Era la noche más oscura de ese caluroso mes de marzo y Venancio agarrando su escardilla y su machete, emprende su marcha hacia el cementerio.

hombre-con-machete.jpg

  • ¡Ah carajo! que descuidao está este lugar, expresa con gran desencanto Venancio.

  • Bueno Venancio, (hablando consigo mismo nuestro simpático personaje) apúrese a limpiar esto que pa' luego es tarde.

Comienza Venancio a cortar el viento con su filoso machete, sobre el gran gamelotal que amenazaba cubrir todas las tumbas del inquietante lugar.

El tiempo transcurría y Venancio ya había limpiado una gran parte, cuando de pronto una voz gutural y tenebrosa se escuchaba desde una de las tumbas diciendo:

  • VENANCIO, VENANCIO ¿QUIERES REAL?

Al pobre Venancio, se le paró el poco pelo que le quedaba y todo su cuerpo crispado por el miedo y paralizado; contesta a duras penas:

  • Ay, bendita ánima ¿Qué quieres conmigo?, si algo te hice en vida perdóname, que no lo vuelvo a hacé.

Responde la misteriosa voz, esta vez más engolada y gutural:

  • Claro que no lo vuelves a hacer, ya estoy difunto. Pero tranquilo estás perdonado. Te pregunto de nuevo ¿QUIERES REAL?.

  • Cónchale, claro que quiero real, responde Venancio.

Pero era tal su miedo, que empezó a correr sin parar hasta la cantina de Jacinto, donde le esperaba su fiel amigo Casimiro.

cantina.jpg

  • ¿Qué le paso Compa? ¡y esa cara tan pálida!, pareciera que vio un muerto.

  • Ay Compa, usté lo dirá jugando, no lo vi, pero lo escuché.

Ya su cara se iba componiendo, pero aún su voz, se escuchaba entrecortada.

  • Tome Compae, no había cerveza, pero échese este palo'e ron pa' que se caliente las tripas y me cuente con más calma.

  • Carajo Compa; como le dije y se lo juro, es la purita verdá, una voz de muerto hablo en el cementerio y me preguntó que si quería real.

  • Ah caramba Compae, dígame que usted no se rascó en el camino.

  • No Compa, de la carrera que eché deje hasta mi machete y la escardilla también.

  • Caramba Compa, la vaina como que es verdá, pero dígame que le contesto usté.

  • Bueno Compae; yo como pude con esta pelazon le conteste que sí quería real, pero diciendo eso y ajilándome pa'ca a toda carrera.

  • Que buena vaina compae. Pero Venancio hiciste mal en venite de allá; de repente el difunto te iba a decí dónde están los reales. Que sé yo; enterrados en algún lado y te lo quería dejá.

  • No Casimiro, tú sabe que pa' esas cosas yo soy muy culillúo.

  • Vamo a hacé una cosa Venancio; yo soy más resteao que usté, ahorita mismo me ajilo pa'lla y si esa cosa me habla, le voy a decí que sí, que quiero real.

  • Pero bueno Compa, yo lo acompaño.

  • Ok compa; le aseguro que esta noche nos hacemos ricos, y salimos de esta condena pobreza.

Dicho y hecho, los dos compadres, apuran el paso; esta vez, más esperanzados que nunca, ya que al fin podían realizar su gran sueño, ser ricos. Ya casi de madrugada, entran al cementerio y Venancio le dice a Casimiro:

  • Mire Compa, allá está la tumba que me hablo, y fíjese es la más bonita, de repente, es como dice usté; en vida el fulano era un millonario que quiere dejale su fortuna a alguien.

tumba.jpg

  • Bueno Venancio, vamo a espera que nos hable.

En ese instante comienzan todos los árboles a moverse con una brisa huracanada, y una ráfaga de frío más intenso que nunca golpea suavemente la humanidad de los valerosos amigos.

Nuevamente, se escucha otra vez retumbando más fuerte la extraña voz:

  • Venancio, Casimiro ¿QUIEREN REAL?

  • Claro que sí generoso señor, queremos mucho, pero muchísimo real. ¿Cierto Venancio?.

  • Sí señor, en verda necesitamos plata. Y sí, ¡sí queremos real!

Ahora, la tenebrosa voz soltó dantescas carcajadas que se escucharon hasta en el pueblo:

  • ¡Ja, ja, ja, ja!
    ¡Ja, ja, ja, ja!
    ¡Ja, ja, ja, ja!

Parecía que en el interior de la tierra alguien estaba destornillado de la risa y no paraba. Hasta que gritaron los dos compadres al unisono y ya más envalentonados:

  • Pero que pasa, ¡de que se ríe!. ¿Qué le causa tanta gracia?

  • ¡Ja, ja, ja, ja!

Sigue la risa, hasta que la voz de forma conciliadora y burlona responde:

  • Si quieren real, trabajen más par de sinverguenzas, dejen de tomar tanta caña. ¡Ahorren! y verán que tendrán plata. ¡Ja, ja, ja, ja! y sigue la risa.

Después de haber contestado esto, la risa se disipa; quedando los dos únicos vivos de aquel lugar solos y burlados.

  • Bueno compa Casimiro, vayámonos de aquí.
    ¡Buena vaina nos echó ese muerto!
H2
H3
H4
3 columns
2 columns
1 column
Join the conversation now
Logo
Center