''Nunca terminé de aprender lo que realmente era ser el hermano menor.
Pensé que sólo serían las acusaciones hacia mí todo el tiempo,
Las rabietas, porque a los más grandes les dejaban hacer más que a mí,
Y los celos de ellos porque a mí me consentían más (cada uno con sus locas creencias).
Imaginé siempre que serían los juegos bruscos, las competencias y las risas.
Creí que sólo serían los momentos, las chucherías, las películas, los libros, las tareas compartidas y sobretodo el convivir siempre juntos, los cambios de ropa, los insultos, las peleas y discusiones, las bromas mal intencionadas, los ''Te odio'' que escondían los verdaderos ''Te amo''.
Ingenuamente siempre pensé que así sería mi vida y una que otra vez creía que era lo peor, pero no.
Cuando crecí y fui viendo como a cada uno le toca madurar a su manera, entendí que las cosas cambian, las personas crecen, la gente se marcha.
Ahora comparto con mis padres porque soy la única que queda por realizar su camino, actualmente sólo son los ''Te extraño'', ''Que excelente que estés bien'', ''¡Que genial que puedas aprovechar eso!'', ''Te amo hermano/a'', ''Disfruta mucho'', ''Conoce bastante''.
Ahora sólo son cuartos vacíos, hermosos recuerdos; ahora sólo nos hablamos por teléfonos.
Nunca me dijeron lo que se sentía, nunca me explicaron que como hermana menor debía ver a mis hermanos mayores salir a hacer su vida a otros países muy lejanos a mí, sin al menos poder visitarlos.
Supongo que no me lo dijeron porque nadie lo había planificado, ni ellos mismos.
Pero, ahora no solo viven mucho mejor, sino que sí viven, me siento feliz por ellos, tan orgullosa aunque la nostalgia llegue a mí frecuentemente.
Sólo espero que ahora, que me toca tomar mi camino también, algún día podamos estar juntos todos nuevamente, regresar a nuestro país siendo muchos más, con la avidez de volver y quedarse cerca como siempre imaginé''.
(Eva. K. Blanco Rangel, 16 de Enero de 2017).