El “Mejor amigo” – Cuestionando una idealización sobrevalorada.

¿Alguna vez se han preguntado, “qué es un mejor amigo”? ¿Cuál es la definición de esa palabra? o en sí “¿tengo un mejor amigo?” Indistintamente la contestación, una cosa os puedo garantizar y es que aunque exista una descripción estándar para esa pregunta, al final cada persona le imprimirá un “toque” personal al concepto, en base a su propia experiencia en el tema.

Algunos dirán: “un mejor amigo, es alguien a quien puedes contarle tus problemas…” otros: “es alguien con quien puedes contar en las buenas y en las malas…” y así, un largo etc… y aunque reconozco que son aspectos básicos (o comunes) en la relación, para mí, no dejan de ser motivos superficiales que carecen de profundidad para describir el término ya mencionado. Por ejemplo, en la realidad, los problemas se pueden compartir con alguna otra amistad o familiar con quien se tenga un trato positivo, ya que hay veces en las que impulsados por momentos en los que nos sentimos ahogados emocionalmente, a la mente sólo le basta la presencia de una persona que nos genere una sensación de comodidad para así dar paso al desahogo.

Por otro lado, tenemos el segundo descriptor que reza: “el saber que cuentas con alguien en las buenas y las malas...”, aunque suene muy bonita esa frase, ésta tampoco deja de ser una idea ilusoria que adjudicamos y pretendemos hacer casi exclusiva de un “mejor amigo”, aquí también se aplica la misma regla que en el caso anterior, es decir, habrán problemas en los que de alguna forma, otras personas tanto allegadas como ocasionales, te podrán tender la mano si está en su poder, bien sea con palabras o acciones, acá no importa lo grande o pequeña que la participación pueda ser, sino “la intención de…” que tuvo la persona en cuestión.

Ahora bien, en mi concepción personal solía creer que “el mejor amigo” era aquel con quien sentías una vinculación, afecto y estima fraternal, deseando y velando siempre por su bienestar, sumado a eso, lo hacías (o pretendías) que formara parte de tu vida. Creía que el mejor amigo era aquel con quien el trato y consideración eran exclusivos y jamás igual al que proporcionabas a otras personas, era algo que sólo reservabas para éste/a porque así te nacía hacerlo y es a quien tú habías elegido y considerado como merecedor/a de ese privilegio, eso solía pensar…

Con el pasar del tiempo, me terminé dando cuenta que “el mejor amigo” no es más que un espejo de nuestro ser, es decir, idealizamos en otra persona el cómo nos gustaría ser tratados por alguien más, por eso actuamos de cierta manera con quien (después de cierto proceso) titulamos “mi mejor amigo”, siempre esperando consciente o inconscientemente una retribución al menos considerable sobre ESO que estamos dando, algunos dirán: “yo el amor que doy, lo hago desinteresadamente…” o “cuando se quiere a alguien sinceramente, no te cuesta dar sin recibir nada a cambio…” y así, más ideas por el estilo. A esto yo respondo, sí esos argumentos en la práctica fueran reales, entonces no existirían los disgustos, los distanciamientos ni las rupturas de ningún tipo (familiar, de pareja y/o amistosa) porque el origen de los mismos se presentan precisamente por desconformidades que se van presentando a lo largo de la relación, y en algunos casos, si se llega a un punto de inflexión el penoso desenlace es inminente.

En base a lo anterior, si en la actualidad me preguntáis ¿Qué es para mí un mejor amigo? lo definiría en una sola palabra: "Reciprocidad", porque sí en una relación, la dedicación y la atención por el otro pesa más de un lado o en el peor de los casos es unidireccional, entonces ahí no hay una amistad trascendente, sino una espera de "mejor amigo" que por anhelo (o costumbre) seguimos alimentando con nuestras propias ilusiones.

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