No tenemos cuerpo, sino que somos cuerpo y es en éste, donde nuestros conflictos y bloqueos psicológicos van imprimiendo su huella y poco a poco, se va configurando nuestra coraza muscular en función de nuestras vivencias. Esta coraza de alguna forma distorsiona el flujo de energía vital.
Nuestro cuerpo además de estar biológicamente formado, también se compone de energía. Anteriormente se creía que la mente y el cuerpo estaban separadas de modo que no guardaban ningún tipo de relación; atribuyendo a las dolencias físicas o del alma propiedades mágico-religiosas. Posteriormente se conoció que la mente tenia gran influencia en el cuerpo y pese a albergar muchas diferencias, estas estaban altamente relacionadas; entendiendo así que muchas de las dolencias físicas tenían causas psicológicas que surgían a través de la somatización.
Entendiéndose la somatización como el proceso por el cual se transforman o convierten problemas emotivos en síntomas somáticos, siendo este un patrón de síntomas somáticos, recurrentes, múltiples y clínicamente significativos; considerándolo como tal si requiere tratamiento médico o causa un deterioro evidente de la actividad social o laboral o en otras áreas importantes de la actividad del individuo.
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Deformación de la imagen corporal
El cuerpo como medio de expresión
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Una vez concibiendo al individuo como cuerpo y mente, se le agrega otro componente: la energía. En nuestro día a día utilizamos energía para la reproducción, la respiración y el metabolismo, así como para la descarga de energía en el movimiento que determinan las funciones básicas de la vida.
Como ya sabemos, mente y cuerpo pueden influenciarse uno al otro. El modo en que uno piensa puede afectar al modo en que uno siente y también el modo en que uno reacciona. Lo contrario es igualmente cierto. Sin embargo, la relación entre estos dos excluye a los aspectos conscientes o superficiales de la personalidad y se evidencia en un grado más profundo: al nivel inconsciente, de modo que tanto pensamiento como sentimiento están condicionados por factores energéticos.
Estos procesos energéticos del cuerpo se relacionan también con el estado de salud o bienestar del individuo, pues cuanto más vivo esté uno, más energía tendrá, y viceversa. A lo largo de la vida ocurren situaciones que ocasionan tensiones o rigidez crónicas que a su vez disminuyen nuestra viveza y menguan nuestra energía. Al nacer contamos con un organismo lleno de energía que fluye armoniosamente y nos hace sentirnos vivos; por el contrario, al fallecer la rigidez es total y la energía no fluye. Cuando envejecemos vamos perdiendo poco a poco la energía y esto es algo que no podemos evitar; pero si podemos evitar o disminuir es la rigidez originada por tensiones musculares crónicas que surgen de conflictos emocionales no resueltos en el pasado.
“Si eres cuerpo vivo nadie puede decirte cómo has de sentir el mundo. Y nadie puede decirte qué es la verdad, pues tú mismo la sentirás. El cuerpo no miente” S. Keleman
La conexión que existe entre el cuerpo, la mente y la energía se puede estudiar por medio de la bioenergética, la cual es una forma de entender la personalidad humana en función de los procesos energéticos del cuerpo y es a su vez una forma de psicoterapia. También se conoce como análisis bioenergético y fue desarrollada por Alexander Lowen, un discípulo de Wilhelm Reich.
Como forma de terapia la bioenergética integra el trabajo con el cuerpo y la mente para ayudar a resolver problemas a nivel emocional, así como comprender mejor el potencial que tiene el individuo para el disfrute del placer y la satisfacción de vivir plenamente. Una premisa clara de la bioenergética es que cuerpo y mente son funcionalmente iguales, de modo que lo que sucede en la mente refleja lo que está sucediendo en el cuerpo y viceversa.
El estrés, las cargas emocionales y problemas de la vida diaria originan tensión en el cuerpo (Energía); generalmente esas tensiones desaparecen al liberar el estrés o resolver los conflictos. Sin embargo, cuando esas tensiones permanecen aunque el factor estresante o el estrés en sí mismo haya sido eliminado bajo la forma de una actitud inconsciente del cuerpo o de un grupo de músculos, esta representa una perturbación en la salud emocional ya que disminuye la energía del individuo, lo que restringe su motilidad (el juego, movimiento naturales y espontáneos de la musculatura), y limitando su autoexpresión.
En este sentido, la bioenergética incluye tanto procedimientos manipulativos como ejercicios especiales que permiten mejorar la respiración, los movimientos, la auto expresión, sexualidad, sentimientos y emociones. Estos procedimientos manipulativos se basan en masajes con presión controlada y toques suaves para relajar los músculos que se encuentran contraídos por las tensiones acumuladas.
De igual forma los ejercicios están diseñados para ayudar a la persona a entrar en contacto con sus tensiones y liberarlas por medio de un movimiento apropiado sin que ocasione daño a sí mismo o a los demás. Desde la bioenergética se plantea que todo músculo contraído está bloqueando algún movimiento.
La liberación de esas tensiones se realiza además por medio de la toma de contacto con el cuerpo por sensaciones originadas con ejercicios expresivos corporales, sentimientos y emociones propiciadas por ellos que a su vez reviven ciertos recuerdos donde se originaron y dieron significado de nuestros problemas, analizando cuales fueron las reacciones en el pasado que condicionan el modo de actuar en la actualidad, es decir, Aquí y Ahora.
El cuerpo es la base para el funcionamiento en la realidad, de modo que cualquier mejora en el contacto con el cuerpo generará un cambio para la persona en diversos aspectos como en su auto imagen, la calidad de sus sentimientos y la manera de expresarlos, en su creatividad, fluidez, capacidad de trabajo, la manera en que se relaciona con otros y como percibe la vida.
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