¿Bailar o no bailar? Yo elijo… bailar

¿Bailar o no bailar? Yo elijo… bailar

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De manera muy ocurrente, esta publicación puede complementarse con mi post anterior, Manual para subir montañas. En fin.

De los sueños locos que me quedaron de cuando era niña aun puedo contar el ser veterinaria, astronauta (modificado con mi madurez a conformarme con simplemente trabajar en la NASA, no pido nada), y bailarina. Es este último al que dirijo mi atención tanto en este post, como en la vida real.

Por ser tímida nunca quise inscribirme en clases de baile de ningún tipo, esperaba que por arte de magia la coordinación y el ritmo llegaran a mi mientras veía un sin número de películas de baile, siendo Barbie y las 12 princesas bailarinas mi favorita.

Más adelante, ya pasada la adolescencia, me escogían para las coreografías de las actividades de los campamentos y demás, y le echaba bastantes ganas. Gracias a ese empujoncito que me dieron, desarrollé algunas habilidades en el baile y mi amor por la danza creció hasta motivarme a alcanzar el sueño que tenía de niña.

Pero bueno, la cobardía pudo más que la pasión y dejé ese sueño en pausa muchos años más, conformándome con lo poco que podía hacer en los grupos de baile de mi iglesia. No era taaaan poquito pues en los campamentos nacionales llegamos a quedar en segundo lugar, y luego el año siguiente fuimos el primer lugar.

Ya terminando mis estudios de la universidad decidí que no iba a esperar más, ya había pasado suficiente tiempo y no debía dejar que el miedo frenara mis sueños. Así que me inscribí en octubre de 2016 en la escuela de danza contemporánea de mi ciudad.

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No ha sido fácil, mi cuerpo no es tan dócil como lo era años atrás, y mis complejos mentales tienden a hacer la subida de la montaña más dura aún, pero nunca antes me había sentido tan feliz como desde que empecé a bailar.

Y es que el baile es más que simplemente moverte al ritmo de la música, o subir la pierna a 180º o hacer un grand jette con spagat perfecto en el aire. Lo hermoso de la danza va muchísimo más allá de la técnica y está intrínseco con el crecimiento personal que, quieras o no, vas a tener.

Bailar vence barreras, derrumba tus límites y te impulsa a ir más allá. Siempre hay una nueva meta que alcanzar, algo nuevo que aprender.

Bailar es un escape a todo, al entrar por la puerta de mi salón y quitarme los zapatos es como si todo lo que estaba afuera ya no existiera más, solo el presente, solo mi cuerpo y la música y el sentimiento de paz que la danza me deja.

Bailar es la mejor manera de drenar todas las energías. Me ha pasado que he llegado con cargas a clases, sin ganas de estar allí y con el deseo profundo de hacerme una bolita en el piso y llorar hasta no sentir más, pero sin embargo hice el esfuerzo de llegar allí, así que me centro en mi tarea, y al terminar la clase todo lo que sentía ya no está dentro de mí, porque las penas se pasan bailando.

En el mundo de la danza hay un sinfín de gente exitosa y profesional a la cual admirar, una de esas personas es Alyson Stoner.

Alyson Stoner hace meses publicó en instagram un video de ella aprendiendo una danza con orígenes africanos, y dejó un texto que me gustó bastante.

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“Yo no nací bailando. El baile no se me da fácil. Me construyo a diario, me re comprometo regularmente y tengo que pelear contra obstáculos físicos y mentales constantemente.

No asumas que nadie es más afortunado que tú. Eso solo se convierte en una excusa para detener tu progreso.

Encuentra tu sueño

Traza una meta

Ataca con disciplina, estrategia y energía

Espera incomodidad y desanimo

Pero sobretodo NO TE RINDAS”.

Bueno, gustar es poco, me encantó, lo amé y lo tallé en mi alma. Es justo lo que necesitaba.

Tiendo a mirar alrededor a esas chicas con tremenda flexibilidad, coordinación y retentiva, y luego verme a mí, con un pequeño desnivel en la cadera que no ayuda a la flexibilidad, con miedo a fallar que destruye mi coordinación y demás, a veces llego a desmoralizarme y pensar ¿qué rayos haces aquí, Rebeca?

Pero con la misma velocidad que ese pensamiento viene a mi mente, lo desecho, porque amo lo que hago.

Esos consejos de Alyson Stoner, bailarina, actriz y cantante, son una constante palmada en la cara que me despiertan y motivan a luchar por mi sueño sin importar lo difícil que pueda verse para mí el camino, o lo fácil que parezca ser para otros. Es uno de los sueños que cada lágrima, gota de sudor y onza de dolor, vale la pena.

Vale todo.

No sé hasta cuando pueda seguir estudiando en mi escuela, pero con el favor de Dios deseo que sean muchos años, y llegar hasta graduarme.

Con la mirada fija en la meta todo se puede.

El año pasado, en octubre, fui promovida a segundo año, en julio baile en el teatro y también hice bonitas amistades. La satisfacción que deja la danza va más allá de lo corporal pues trasciende a las emociones y no se imaginan cuanto agradezco haber dejado atrás mis miedos e incluirme al mundo que mi alma ama.

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Fotito linda de la presentación de fin de año en el Teatro Municipal de Valencia (una de esas manitos es la mía).

NOTA: Las fuentes de cada foto están hipervinculadas con las mismas, con el fin de cuidar y mantener la estética de la publicación.

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