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La tragedia diaria
Una joven madre se levanta cada mañana, junto a los primeros destellos de sol que se asoman en el horizonte.
Sale de su hogar cargando consigo, no solo la pesada carga de dulces que ha realizado la noche anterior, sino también lleva en brazos al más hermoso ser que a sus ojos habita el mundo.
—Vamos a trabajar mi amor —Dice a su pequeña hija al iniciar la jornada.
Como todos los días recorre sin descanso las calles de su localidad, ofreciendo a los transeúntes lo que ha elaborado más con su corazón que con sus manos.
Su atuendo se encuentra desgastado y remendado, su calzado incluso en peores condiciones. Los ingresos que percibe como fruto de su labor, escasamente alcanzan para cubrir necesidades de la “princesita de mami”.
De no ser por su amado retoño, no habría sido capaz de emprender una fracción de lo que se ha visto obligada a efectuar, luego de la cobarde huida del padre de esta tierna criatura.
La única esperanza
Colocando la vergüenza y sus temores a un costado, decide contactar a su mejor amiga, quien desde hace un año atrás, tomo la decisión de emigrar.
Le solicita ayuda en lo que jamás habría pensado enfrentar, el abandono de su tierra natal en busca de oportunidades que le permitan volver a soñar y recuperar la esperanza de un futuro digno para el más grande tesoro de su vida.
Ha recibido apoyo de aquella solidaria compañera. Le es difícil reunir lo necesario para iniciar el viaje, pero el esfuerzo más grande, es desprenderse de aquella dulce chiquilla que entre lágrimas y llanto, pronuncia consecutivamente la palabra “mamá”, al quedarse con abuelita.
Durante todo el trayecto los ojos de mami asemejan un manantial y su corazón se comprime como si fuese a implosionar.
La alegría más grande
Luego de un eterno trimestre, colmado de trabajo duro, esfuerzo y melancolía, regresa la valerosa madre, al lugar en el que están anclados sus pensamientos, viene en busca de su más grande amor, para quien trae obsequios tanto en su equipaje como dentro de su ser.
Ingresa a casa y se encuentra con su "chiquitita”, las lágrimas fluyen incontenibles, madre e hija se abrazan con una fuerza incalculable. En el pasado la tristeza y la desesperanza las hizo llorar, ahora es la alegría la causante de un efecto similar, esto es verdadero amor.