A todos nos ha pasado, que queremos darle pie a una idea y simplemente no tenemos nada de inspiración. Cuando tenemos un par de días buenos, creemos que todos van a ser así. Que apenas nos sentemos a escribir algo, va a fluir tal cual fluye el agua en el caudal del río. Luego de unos minutos, empezamos a frustrarnos. Luego de una hora, ya empezamos a desistir y cuando sobrepasan las horas ya nos rendimos y lo dejamos para otro día. ¿Pero qué pasa cuando ni así tenemos ideas? Date tu tiempo, respira y ponte cómodo. Siempre teniendo cerca el lugar donde haces tus anotaciones. Puede que llegue rápido o que no llegue, pero de seguro tendrás una idea. Ya sea, escribir sobre una imagen que acabas de ver o de la canción que acabas de escuchar y deseas que el mundo se entere de tu interpretación. Puedes escribir sobre eso, pero la idea esta en creer en que siempre vas a conseguir las palabras adecuadas para decir lo que piensas, lo que sientes.
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Entonces, debemos preguntarnos, acerca de qué queremos escribir o guiar lo que queremos expresar. No es fácil, para nada. Pero si tenemos una idea acerca de nuestro estilo (o lo que creemos es estilo) de escritura, se nos va a hacer un poco más sencillo conectar las ideas. Pero aunque tengamos estas ideas, es bastante complicado tener siempre inspiración. A veces la misma llega por una palabra, un momento, una brisa o porque sí y ya. Siempre hay que aprovechar esos momentos.