HALLOWEEN
¿De dónde proviene la celebración de Halloween?
El Halloween que se celebra como una ocasión para que los niños se disfracen y pidan golosinas es la versión estadounidense y comercial de una celebración más antigua, que mezcla elementos cristianos y paganos.
El origen de Halloween se encuentra en la fiesta celta de Samhain, que marcaba el fin de la temporada de cosecha y el inicio de un nuevo año. Se trataba del cierre de un ciclo y el inicio del siguiente, y por lo tanto trataba sobre la muerte y la resurrección.
Se creía que durante esa noche la puerta entre el mundo físico y el espiritual quedaba abierta, las almas de los difuntos vagaban libremente y el poder de los druidas crecía con esta conexión al mundo astral. Se utilizaban nabos llenos de brasas para iluminar el camino de los familiares fallecidos y asustar a los espíritus malvados. Los niños recogían presentes de todas las casas para ofrecérselos a los dioses y los entregaban a los druidas para que realizaran un ritual sagrado.
La expansión del Imperio Romano por Europa utilizó a la religión cristiana como elemento unificador de las costumbres de los diferentes pueblos bajo su poder, adaptando las tradiciones locales para facilitar la conversión religiosa. En el siglo VII, el papa Bonifacio IV incorporó la antigua tradición celta al conjunto de las celebraciones cristianas con el nombre de la víspera del Día de Todos los Santos ('All Hallows’ Eve'), respetando en parte la importancia que se daba a los fallecidos.
El siguiente cambio importante en la tradición se dio con la migración de irlandeses a Estados Unidos en el siglo 19, donde se incorporan nuevos elementos y poco a poco se va convirtiendo en una fecha más festiva y pintoresca, hasta alcanzar la popularidad comercial actual.
Jack O'Lantern
Se dice que Jack era un pendenciero astuto y ruin que consiguió engañar al diablo para que no pudiera quedarse con su alma. Jack era un bebedor, jugador y holgazán que pasaba los días tumbados bajo un roble. En una ocasión se le apareció Satanás para llevarlo al infierno; pero Jack le retó a trepar al roble y, cuando el diablo estuvo en la copa del árbol, talló una cruz en el tronco para impedirle descender. Entonces Jack un trato con el diablo: le permitiría bajar si nunca más volvía a tentarlo con el juego o la bebida.
Cuando murió, lo rechazaron en el cielo por sus pecados y el diablo lo expulsó del infierno, por lo que vaga por la Tierra alumbrando su camino con un nabo lleno de carbón al rojo, como se hacía en la tradición celta.
En el siglo XIX, los irlandeses asentados en Estados Unidos cambiaron los nabos por calabazas, ya que estas eran abundantes y más fáciles de tallar.
Trick or Treat
Pedir caramelos de puerta en puerta durante Halloween es una costumbre instaurada alrededor de 1930, copiando una práctica que surgió en Europa durante el siglo IX llamada souling: el 2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos, los cristianos primitivos iban de pueblo en pueblo mendigando “pasteles de difuntos” (soul cakes), que intercambiaban por oraciones por el alma de los parientes muertos de sus benefactores.
La práctica se trasladó a los Estados Unidos como un intento de las autoridades por controlar el vandalismo que se producía durante la noche de Halloween. Hacia fines del siglo XIX, algunos consideraban la noche del 31 de octubre como un momento de diversión a costa de los demás, que pasó de bromas pesadas a auténticos actos contra personas, por no hablar de que tuvo un punto máximo durante la década de 1920 con las masacres perpetradas por los enmascarados del Ku Klux Klan.
Halloween y espiritismo
Para muchos, la popularidad de Halloween como fecha festiva y comercial ha llevado a un incremento de actividades espiritistas, aun sin conocimiento de quienes en ellas participan. El uso de la simbología asociada a esta celebración (fantasmas, monstruos, brujas, color negro, hechizos...) justo el 31 de octubre sería un elemento que potencia el vínculo entre el mundo material y el mundo espiritual, y permitiría un mayor acceso de espíritus, demonios y espectros a la realidad, donde pueden intervenir espiritualmente sin control ni conocimiento de quienes los invocan.
Otros sectores tratan de recuperar el aspecto naturalista de las celebraciones celtas, con ritos que celebran los ciclos de vida y muerte, y agradeciendo a la naturaleza.
Hace un tiempo se entrevistó en Estados Unidos a una practicante de wicca, quien señaló que “[Los cristianos] no lo saben, pero están celebrando con nosotros nuestra fiesta [...], y nos encanta”.