El pecado original del socialismo


Suena bonito, suena justo, es una aspiración, es un propósito elegante, sexy y snob, en las universidades. El socialismo suena a indemnización, a rectitud, a evolución, pero es mentira, la mas grande mentira de nuestra historia. La manzana de la discordia, la fruta que desencadenó los más abyectos deseos y las mas inesperadas consecuencias.
El socialismo dice que no puedo decidir por mi mismo, que deben hacerlo por mí y, sobretodo, por mí bien. El socialismo centraliza todo y todo lo quiere controlar porque los "líderes" socialistas sí saben lo que necesitamos y ellos se sacrifican con las miserias del capitalismo. Pero el pecado original es creer que todos somos iguales y por tanto se puede planificar el devenir de los hombres. Lo paradójico es que les encanta hablar de arte y cultura, sin saber que no hay nada más diverso y contestatario, nada más individual y capitalista pues no acepta el colectivismo a pesar que han logrado hacer mucha propaganda y panfletos, algunos muy buenos pero reforzando sin querer la esencia de lo diverso.
El odio al éxito, al mérito, a la diversidad, a la individualidad es tal que prefieren destruir lo existente, amparándose en un supuesto futuro promisorio e idílico en el que el hombre podrá ser igual entre si, sin darse cuenta que no quiero y no me da la gana de ser, ni siquiera parecido, a un Chávez o un Maduro, ni a un Lula, que tienen la mácula del odio y la corrupción en su frente.

H2
H3
H4
3 columns
2 columns
1 column
Join the conversation now
Logo
Center