Sobras y faltas

... numerosos periodistas y/o comentaristas que les sobra y les falta lo mismo que a los políticos: estupidez y preparación, en ese orden (sic).

Cristina Elizabet Fernández de Kirchner

Aclaración necesaria: Este artículo, de mi exclusiva autoría y responsabilidad, fue escrito y publicado en un blog olvidado antes de ser recordado, en mayo de 2015, cuando Cristina Elizabet Fernández de Kirchner ocupaba la presidencia de la Nación Argentina.

Parece haber cierto consenso entre periodistas, políticos, intelectuales y particulares en que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner es una buena oradora. Si bien puede ser conveniente advertir que en ocasiones los consensos se logran a partir de algunas vaguedades en la definición del asunto consensuado (como parece ser este caso),[1] no está en mi ánimo rebatirlo (cosa que no podría hacer aunque quisiera puesto que, como expliqué en otra oportunidad, mi existencia transcurre al margen del ámbito de la oralidad, circunstancia esta que me aleja, muy a mi pesar, de toda posibilidad de escuchar discurrir a la presidenta. No obstante, he accedido a las transcripciones de algunos de los discursos que prolijamente se publican en la página web de la Casa Rosada. Pero tampoco he de extenderme sobre mis apreciaciones particulares sobre estos textos, tan solo diré que su lectura me ha permitido verificar una vez más la superioridad de la escritura por sobre la oralidad en tanto que forma de comunicación, toda vez que tales transcripciones, que en su forma oral parecen merecer la aprobación consensuada de los oyentes, como textos escritos resultan torpes y toscos).

Pero la presidenta no se expresa solo de forma oral, sino que gusta de hacerlo también por escrito (sobre todo en medios como Facebook y Twitter). Son estos textos los que merecen ser evaluados de acuerdo con las normas gramaticales que rigen la escritura en español y también con nociones textuales como la cohesión y la coherencia, entendiendo que una presidenta que elija expresarse por ese medio debe hacerlo de una manera al menos cercana a la ejemplaridad y que, puesto que no hay un origen oral en ellos (como sí lo había en el caso de los discursos citados), sino que nacen y viven en la propia escritura, su eventual tosquedad no podrá ser excusada, en estos casos, adjudicándola al proceso de transcripción.[2]

Estos escritos de la presidenta arrojan un extenso material factible de ser expuesto como casos flagrantes de violación de las normas básicas de escritura. En esta oportunidad nos abocaremos a una frase que la presidenta escribió en su cuenta personal de Twitter y que trascendió en muchos medios periodísticos debido a su connotación agresiva hacia los propios periodistas. La frase en cuestión, tal como ha sido redactada por CFK, es: “... numerosos periodistas y/o comentaristas que les sobra y les falta lo mismo que a los políticos: estupidez y preparación, en ese orden".

Hay que decir que los periodistas se preocuparon en remarcar la ofensa de que fueron sujeto, pero en ningún caso se mencionó lo que a mi juicio es más repudiable en una presidenta: la ignorancia absoluta de las normas básicas de sintaxis que desnuda aquella frase.

Una rápida revisión permite ver que el defecto principal se halla en la subordinada adjetiva. Aparece construida como un sujeto con dos núcleos nominales y un predicado con dos núcleos verbales: “les sobra y les falta (...) estupidez y preparación”. Lo que un lector interpretará de allí será: les sobra y les falta estupidez, y les sobra y les falta preparación; es decir, una violación al principio lógico de no contradicción. Vale agregar que esta confusión no se resuelve en modo alguno, como parece haber pretendido la presidenta, con la fórmula "en ese orden" que agrega al final de su frase, sino que esta se suma al desorden sumando desorden. Además, la intercalación de la comparación "lo mismo que los políticos" en este entrevero colabora con el desarreglo general. De acuerdo con la intención de lo que se quería expresar, la frase exigía dos sujetos y dos predicados: "les sobra estupidez y les falta preparación".

Otro error de la frase, aunque menos determinante para su correcta comprensión, se halla en el relativo utilizado. Este error se evidencia al analizar la estructura interna de la subordinada, en donde el pronombre relativo representa a su antecedente, es decir, numerosos periodistas y comentaristas, desempeñando una función de objeto indirecto (observemos además que esta función aparece duplicada mediante el pronombre les que refiere al mismo antecedente sustantivo). Si se emplea el relativo que, reemplazándolo por su antecedente en el interior de la proposición subordinada quedaría: “numerosos periodistas y comentaristas les sobra estupidez y les falta preparación”. Se observa que el error radica en que el relativo que obliga a interpretarlo en la subordinada como cumpliendo una función de objeto directo, pero tanto el verbo sobrar como el verbo faltar son intransitivos, es decir, no admiten el complemento directo. Como se dijo, se trata en realidad de un complemento indirecto, así que debe emplearse en este caso alguno de los siguientes pronombres relativos: a los que, a quienes o a los cuales.

Finalmente, la frase corregida podría ser: "... numerosos periodistas y comentaristas a los que les sobra estupidez y les falta preparación, lo mismo que a los políticos".

Dado que la presidenta argentina es, antes que presidenta, política (además de exitosa abogada, por cierto), puede entenderse que ella se ha incluido dentro de los políticos a los que les sobra estupidez y les falta preparación. Pero para ser más específicos, acaso convenga agregar al listado de sujetos comprendidos la categoría de políticos que llegan a la presidencia en algunos países democráticos, lo cual en definitiva habla de los niveles de estupidez y de preparación de la sociedad que los encumbra.


[1] Las razones que dieron algunos de los consultados para considerarla como una buena oradora variaron entre aquellos a los que les parecía que todo lo que ella decía (y hacía) era excelso, pasando por los que apuntaron como dato determinante el que pudiera hablar ante un auditorio durante cuatro horas seguidas sin ayudarse con ningún escrito, hasta quienes aunque reconocían que el contenido y la forma de sus exposiciones eran objetivamente burdos, entendían que la respuesta que lograba en su efervescente público la hacía merecedora de dicha calificación.

[2] Argumentar que el proceso de transcripción forma parte ineludible del proceso de escritura, sostenido esto por la creencia, cuestionable, de que a toda plasmación en caracteres impresos de una frase le antecede una elaboración mental de ella con raigambre oral, no excusa los eventuales yerros en que incurra la figura presidencial puesto que desde el momento en que un individuo opta por valerse de la expresión escrita, se asume como conocedor del proceso de escritura en su totalidad, incluidos cada uno de los subprocesos que puedan estar implicados.

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