Sobran las palabras



En otro lado, en algún lugar de la ciudad
hay un hombre desesperado llorando.
No sabe como fue o por qué pasó todo,
pero siente que el mundo se le ha roto.

No pretendió hacerlo, no quiso herirla,
jamás fue su intención hacerle daño.
Se levanta y da vueltas por el cuarto,
enciende un cigarrillo y bebe un trago.



Ha estado así durante toda la noche,
pensando, pero no sabe qué hacer.
Ya casi el sol está saliendo radiante,
pero en su alma no deja de llover.


Por más que intenta, no puede olvidar
el rostro de su amada lleno de lágrimas,
su carita pecosa, presa de tanto dolor
y el elocuente silencio en el que se sumió.



No hubo gritos, no hubo reproches;
ella solamente lo miraba con tristeza,
mientras las lágrimas se deslizaban
de esos ojitos que él tanto amaba.

Tenía que verla, tenía que hablarle.
Decide buscarla, para pedirle perdón,
decirle que no fue su intención lastimarla,
que nunca quiso romper su corazón.




La encuentra en su pequeño mundo,
ese lugar donde ella busca siempre refugio.
Abraza y besa con ternura su amado rostro;
las palabras sobran, el amor lo ha dicho todo.



Fuente de imagenes:
Portada, laterales, de espaldas, abrazados


Licencia de imágenes.

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