Así que Rodolfo entró a la cocina, con un par de tripas sonantes. Abrió la nevera y se encontró con la gran sorpresa, que no había nada, ni si quiera un par de mortadelas. Se enfureció, y le reclamó a su esposa, a la única mujer que lo ama verdaderamente. Ella frunce el ceño y contesta:
-“¿Acaso lo olvidaste? ¡Vivimos en Venezuela! Un país donde asesinan al pueblo, mientras el gobierno goza de aquellas penas, un lugar que si crees ingenuamente que has tocado fondo, aparece un señor con bigote para recordarte que tu mundo aún no está lo suficientemente roto”.