Al final de la primavera las hojas que dejaste caer
tras mi lenguaje empezaron a confundirse.
Dejaste con ellas una exida sin fe
que inmortalizo la mar sumergida
en la locura hermosa del silencio.
Y te buscaba entre la niebla, entre la vida,
entre el sudor de la hierba; de ahí iría tras las huellas
que no se conformaban a perder tus pasos.
Las sabanas secas solo sabían de lágrimas
que vertían de las lámparas y sus nocheros,
mientras las piedras rugían por falta de ese sentimiento
tan puro, salvaje y falto de lógica llamado algún día por el hombre...
AMOR…
PROMETEHUM
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