Hace unos días, en una fiesta de cumpleaños de un buen amigo, prolongamos la tertulia hasta altas horas de la madrugada. Normalmente cantamos, bailamos y gastamos bromas, pero ese día nos dio por filosofar e intercambiar puntos de vista acerca de la finalidad del ser humano, de la finalidad del Universo, sobre el origen del Universo tan de moda entre los científicos.
Al vernos tan enfrascados en nuestros diálogos, (que no sé por qué, se habían separado hombres de mujeres), se fueron añadiendo todas ellas a nuestra conversación con inusitado interés: La cosa empezó por decantarnos cada uno por una postura ante la existencia o inexistencia de Dios. Casualmente ganaban los que abogaban por la inexistencia por un voto, éramos 11 en la tertulia, de manera que 6 síes y 5 noes. Tres hombres y tres mujeres síes; y tres hombres y dos mujeres noes.
El primer rasgo a tener en cuenta es que ninguno de nosotros ha estudiado una carrera de Filosofía o similar, pues todos somos de la rama de ciencias o ingeniería, y dos de las mujeres son profesoras de niños pequeños, pero cuál no sería mi sorpresa dado que todos habíamos estado interesados en el tema durante buena parte de la actividad intelectual.
El primer detractor:
-¿Cómo es posible que alguien crea en la inmortalidad? Eso es algo que el ser humano se ha figurado como deseado pero nada más. En definitiva es por lo que el ser humano ha inventado las distintas religiones.
Me gustaría trasmitir una fotografía o incluso haber grabado la conversación en un video pero no tengo permiso de mis colegas para ello, por lo tanto me abstengo de tal documento gráfico.
-No puedes tratar este asunto como algo tan simplista -recriminó una de las mujeres-, pues ese aspecto de la inmortalidad es colateral al hecho religioso, pues lo fundamental no reside en esa aseveración de la inmortalidad sino en el hecho de estar religados a un ser superior, que nos trasciende y que con nuestras limitaciones dimensionales, con nuestra visión o intelección del mundo desde nuestra finitud no llegamos a comprender hasta que lo comprendamos en otra dimensión después de la muerte de nuestro cuerpo.
Con este discurso, quedé inquieto y pregunté yo:
-Qué quiere decir con “religados”.
Me respondió: “pues que nuestra finalidad no es acabar sin más sino que nuestro ser no pertenece a este mundo sino que se proyecta en otra dimensión con todas nuestras posiblidadades, con todas nuestras potencias, en definitiva, con todo nuestro ser. Nuestra vida en este mundo es el camino, es un paso, es un instante"
-Pero cómo es posible que una persona inteligente como tú, pueda creer esos mitos inventados por unos y por otros a lo largo de la historia -interrumpió otro de los contertulios-. ¿No te das cuenta de que Jesucristo fue un listo que quiso pasar a la historia como todo el mundo querríamos pasar a la historia con alguna obra que, eso sí, nos hiciera creer que somos inmortales en esa obra. No sé cómo te lo puedo explicar, pero algo así, Y digo Jesucristo porque nosotros hemos crecido dentro de la civilización cristiana, pero igual ocurre con los dioses de todas las religiones del mundo.
Seguiré intentando reproducir toda la conversación, y que cada cual saque sus consecuencias. Me pareció muy interesante por las opiniones que a lo largo de la noche se fueron vertiendo encima de la mesa hasta que terminamos las bandejas de tartas y pasteles.
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