El Cielo (parte III)

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Dice Ecle 7:1 “Mejor es la fama que el buen ungüento; y mejor el día de la muerte que el día del nacimiento”. Y dice Ecle 4:2 “Y alabé yo a los finados, los que ya murieron, más que a los vivientes, los que viven todavía”. O sea, están mejor los que ya murieron que los que todavía están vivos. ¿Será así para todas las personas? La Biblia se interpreta a sí misma, y la Biblia nos dice que están mejor los que ya murieron, si murieron en Cristo. Solo aquellas personas que tienen una viva esperanza en el cielo por haberse abrazo a Cristo Jesús aquí en la tierra, tienen un destino mejor del otro lado de la muerte. Solo es para los cristianos lo de, el día en que uno muere es mejor que el día en que uno nace.

El apóstol Pablo dijo en Fil 1:21 “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia”. Para él era una ventaja; porque él había sido arrebatado al tercer cielo, había estado en el cielo, había entrado al cielo y había visto el lugar de la presencia de la morada de Dios; y dijo “si muero es mejor” (2ª Cor 12:1-10). El apóstol Pedro dijo algo parecido en 2ª Ped 3:13 “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia”.

No solo los apóstoles sino todos los creyentes a lo largo de los siglos, han vivido por una gran expectativa por lo eterno. Cosa que no está sucediendo con la iglesia de hoy en día. Los mensajes y las predicaciones tienen un fuerte énfasis en el éxito personal, en el aquí y en el ahora. ¿Nos hemos olvidado de que nuestro Salvador está en el cielo? ¿Hemos olvidado que nuestra herencia está en el cielo? ¿Hemos olvidado que nuestra ciudadanía está en el cielo? ¿Hemos olvidado de que nuestro hogar está en el cielo? ¿Hemos olvidado que nuestro tesoro está también en el cielo? Deberíamos recuperar la perspectiva eterna porque todos los creyentes estamos caminando hacia la ciudad celestial, la ciudad eterna, el cielo de Dios.

Ya no hay expectativas por las cosas eternas y por el cielo. La iglesia de hoy, al igual que el mundo, está mirando acá abajo, las cosas terrenales, el éxito personal acá en la tierra. Ya no reflexionamos ni pensamos acerca de nuestro destino eterno, acerca de nuestra ciudadanía, de nuestro hogar y el lugar donde vive nuestro Señor y Salvador. Deberíamos recuperar esa expectativa por el cielo.

¿Y qué es lo que vamos a hacer en el cielo, ya que es un lugar tan lindo? Pablo dice, para mí el morir es ganancia es una ventaja; los apóstoles dicen lo mismo, los patriarcas, los profetas y los creyentes de todos los siglos, vivieron con esa expectativa de entrar en el cielo.

Primero: Vamos a adorar.

Dice Apoc 14:6-7 “Vi volar por en medio del celo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, 7 diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”. El evangelio eterno consistía en “Teman a Dios, alábenlo y adórenlo”. El evangelio eterno es aquel que debe ser siempre predicado, aquel que lleva a las personas a honrar, a glorificar, a temer y a adorar a Dios. El evangelio que no hace más que acariciar el ego del hombre, no es un evangelio verdadero ni eterno.

Veamos algunas escenas de adoración en el cielo: Dice Apoc 4:1-11 “Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas. 2 Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado. 3 Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de cornalina; y había alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda. 4 Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas. 5 Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios. 6 Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal; y junto al trono, y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás. 7 El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo era semejante a un becerro; el tercero tenía rostro como de hombre; y el cuarto era semejante a un águila volando. 8 Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir. 9 Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos,10 los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: 11 Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas”. Los veinticuatro ancianos es posiblemente, la iglesia.

Dice Apoc 5:8-9 “Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos; 9 y cantaban un nuevo cántico diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación”. Éste nuevo canto se estrenaba en el cielo, era una canción que nunca se había cantado y con la que se adoraba al Cordero. Dice en Apoc 7:9-11 “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; 10 y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero. 11 Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios”.

Dice Apoc 14:2-3 “Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de arpistas que tocaban sus arpas. 3 Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra”. Otra canción nueva, escrita en el cielo, otro coro que canta esa nueva canción delante de Dios. Advierta que estos ciento cuarenta y cuatro mil, ese coro formidable, está estrenando un nuevo canto para Dios en el cielo. Esa canción se escribió en el cielo y es la primera vez que se canta.

Pero dice Apoc 15:2-3 “Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego, y los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios.
3 Y cantaban el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos”. Los que vencieron a la bestia cantaban la canción de Moisés (Ex 15). Es decir, ahora en el cielo se está cantando una canción escrita en la tierra.

¿Sugiere esto que en el cielo vamos a cantar canciones viejas y canciones nuevas? ¿Vamos a cantar canciones escritas allá y canciones escritas acá? Aparentemente sí. Imagine en el cielo cantando su canción favorita, el himno que más le guste. Y también imagine cantándole a Dios un cantico nuevo, estrenando canciones de alabanza y adoración nuevas al Señor. ¡¡¡Va a ser grandioso eso!!!

Ahora, ud sabe que la Biblia dice que Jesús cantó un himno con sus discípulos la noche en que lo iban a entregar. Pablo nos manda a cantar a adorar en Efe 5:19 “hablando entre vosotros con salmos, con himnos y canticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones”. En el cielo vamos a cantar a alabar y a adorar y no va ser una obligación, una responsabilidad, va a ser un deleite, un privilegio adorar a Dios. Y además de todo lo vamos a hacer sin distracciones, sin un pensamiento negativo. ¿No le pasa que mientras trata de alabar y adorar a Dios le invaden pensamientos malos o no tan malos pero que lo distraen de su adoración? Bueno, en el cielo eso no va a suceder, hermano, porque todo lo que hagamos va a ser perfecto y va a estar bien hecho.

Ahora, cuando la Biblia dice que tenemos el deber de adorar a Dios, es mucho más que cantarle. Porque la gente cree que adorar a Dios es nada más que cantarle canciones. Es cierto que la adoración incluye la música, pero es mucho más que la música. Algunos dicen: “En mi iglesia se comienza con alabanza después adoración y después la predicación. Aquí está el hermano encargado de la adoración y presentan la persona que va a dirigir las canciones”. Lo que sucede es que hemos confundido adoración con música; la adoración incluye la música pero es mucho más que eso.

La adoración es un estilo de vida que agrada a Dios. Cuando ud sirve a Dios y cuando ud le agrada, lo está adorando. Pablo dice en Rom 12:1 “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”. Dediquen toda su vida a servirle y a hacer todo lo que a Él le agrada. Así es como se le debe adorar según Pablo.

Cuando hacemos algo que le agrada a Dios lo estamos adorando; cuando la pareja que vive en concubinato toma la decisión de ir al registro civil, está adorando a Dios; cuando los novios toman la decisión de no tener intimidad, están agradando y adorando a Dios. Cuando uno toma la decisión de ir a dar de comer a los niños, está agradando a Dios; cuando nosotros servimos a Dios, lo estamos adorando; eso es lo que dice el apóstol Pablo. ¿Lo está adorando con una vida entregada, de servicio, de santidad que le agrada al Señor?

Segundo: Vamos a reinar con Cristo.

No sé bien que significa esto, pero vamos a leer algunos pasajes. Dice Dn 7:18 “Después recibirán el reino los santos del Altísimo, poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre”. Dice Dn 7:27 “y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán”. Dice Pablo en 1ª Cor 6:2 “¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas?”. Dice Apoc 2:26 “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones”. Dice Apoc 22:3-5 “Y no habrá más maldición; y el trono de Dios, y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, 4 y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. 5 No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos”.
Dice 1ª Ped 1:4 “para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros”. Y sabemos que esa herencia es un reino para gobernar porque lo dijo Jesús en Luc 22:29 “Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí”. Dice Mt 25:34 “Entonces el rey dirá a los de su derecha; Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”. Son tantos los versículos que nos dice que vamos a recibir un reino para gobernar, que la herencia que los santos tenemos en el cielo, entre otras cosas, vamos a tener un reino para gobernar. ¿Y qué es lo que vamos a hacer en ese reino? No lo sé, lo que sí sé, es que nadie va a estar de balde. No se nos ofrece entrar al cielo para tener una jubilación y no hacer nada por toda la eternidad. No es bíblica la imagen de ese santo sentado en una nube tocando el arpa.

Ni la imagen de una persona caminando las calles de oro del cielo, haciendo nada, recogiendo flores por toda la eternidad. Eso no es cierto. Hermano, vamos a tener una esfera de responsabilidad, una esfera de autoridad y de gobierno en el reino de Cristo por toda la eternidad.

Ahora bien, nuestra responsabilidad en el cielo, lo que hagamos en el cielo, será proporcional a nuestra fidelidad y nuestra productividad espiritual acá en la tierra. Lo que ud va a hacer en el cielo, está directamente relacionado con el hecho de cómo aprovechó los recursos espirituales que Dios le dio acá en la tierra. Jesús le dijo al siervo fiel y productivo en Luc 19:17 “Él le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades”. Por cuanto lo que se te dio acá en la tierra lo multiplicaste y fuiste fiel, entonces vas a gobernar diez ciudades. Al que había producido poco le dijo que iba a gobernar sobre cinco ciudades, Luc 19:19 “Y también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades”.

Y al siervo que no había producido nada ¿Que se le dio? ¿Cuál fue el destino del siervo que escondió el talento y fue irresponsable con lo que Dios le había confiado acá en la tierra? Dice Mt 25:30 “Y al siervo inútil echadlo a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes”. ¡¡¡Que serio es éste asunto!!! Porque al que multiplicó, produjo, fue fiel y responsable con lo que Dios le había dado acá en la tierra, dijo el Señor en Mt 25: 23 “Se señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor”. Y le da a gobernar diez ciudades. El que produjo menos, pero produjo, lo puso a gobernar sobre cinco ciudades. Pero el siervo que fue negligente e irresponsable con lo que Dios le había dado, fue arrojado a las tinieblas de afuera donde hay lloro y crujir de dientes.

Dios nos ha confiado ministerios, responsabilidades, dones, talentos, capacidades, ¿Qué es lo que nosotros estamos haciendo con eso? Porque la fidelidad, la lealtad y la productividad, van a mostrar cuál va a ser nuestro tesoro en el cielo. Ahora, lo que más llama la atención no es que algunos van a gobernar diez o cinco ciudades en el cielo, sino que la palabra de Dios es muy clara y dice que al sirviente inservible lo van a echar a las tinieblas de afuera. Al que fue irresponsable con lo que se le había confiado en la tierra, iba a ser arrojado a las tinieblas de afuera. ¿Qué significa eso? Supongamos que no quiere decir lo que todos interpretamos que dice la Biblia, que es echarlo en el infierno; ¿No le hace temblar?

No vaya a ser cosa de que nuestra irresponsabilidad nos lleve al lugar de los tormentos en lugar de llevarnos al cielo. Nuestra irresponsabilidad con los talentos, con los dones y las capacidades que Dios nos ha dado ¿Nos puede llevar al lugar de los tormentos? ¿Cómo los estamos empleando? ¿Estamos glorificando a Dios con los dones, los talentos y las capacidades que Dios nos dio? O ¿Los tenemos escondidos como el siervo inservible?

Volvamos al tema de la recompensa, Jesús dijo que vamos a tener una herencia en el cielo y que esa herencia incluye un reino para gobernar. Pero además de todo esto, el Señor nos promete consuelo para aflicciones y tribulaciones allá en el cielo y nos ofrece consuelo acá en la tierra, hermano. Porque todo esto del cielo es muy lindo, pero acá es donde muchas veces sufrimos tribulaciones y aflicciones; y Jesucristo promete consolar a todo aquel que lo sigue, de todas las aflicciones y tribulaciones que está viviendo acá en la tierra. Dijo Jesús en Mt 11:28 “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados y yo os haré descansar”.

Hermano, ¿Cuántos están pasando por momentos difíciles? Quiero que sepa que hay consuelo, que no necesita ir al cielo para encontrarnos con toda esa paz y bendición. El Señor nos ofrece consuelo, nos ofrece felicidad, esa felicidad que no la da las cosas, sino que la da el mismo Espíritu Santo, ¡¡¡Dele gloria a Dios, hermano!!! Aquellas personas que están sufriendo pruebas y tribulaciones no tienen por qué vivir con desesperanza en éste mundo, porque la hay, y la única esperanza es Cristo Jesús, Mt 11:28 “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados y yo os haré descansar”.
Ahora, no todas las personas van a ser compensadas acá en la tierra, les ofrece una compensación en el cielo, veamos Luc 6:21-23 “Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloran, porque reiréis. 22 Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre. 23 Gozaos en aquel día, y alegraos, porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padres con los profetas”. ¿Se da cuenta? Jesús promete recompensarnos en el cielo por las aflicciones y los privilegios perdidos por servirlo acá en la tierra. Jesús dijo que un día vamos a reír, es posible que una enfermedad o un accidente le impidan disfrutar de muchas cosas buenas en la tierra.

Pero lo bueno es que en el cielo nuevo y en la tierra nueva que es eterna, allí todos seremos perfectos y tendremos cuerpos saludables. Y lo que no pudimos disfrutar acá y no te fue compensado acá, le va a ser compensado en la otra vida. Y en ella vamos a vivir la clase de vida que Dios espera para todos nosotros y que no hayamos vivido acá en la tierra. Hay esperanza para el cristiano, lo mejor para su vida está por venir, recíbalo en su corazón hermano.
Para las personas que han perdido un ser querido, puede ser una experiencia devastadora, brutal. Pero tenemos que entender que esa persona, si murió en Cristo, se fue al cielo, así que de acá a un ratito van a volver a encontrarse.

Hermano, va a haber un reencuentro en el cielo y el tiempo que perdió acá en la tierra de estar con esa persona, lo va a recuperar allá. Todo el tiempo que no pudo charlar o lo que no pudo decirle, se lo va a decir en el cielo, porque los seres queridos no se dicen un adiós, se vuelven a encontrar en el cielo. Las personas que se aman y han partido en Cristo, vuelven a encontrarse en la eternidad para estar juntos para siempre junto al Señor Jesucristo. ¡¡¡Qué aliciente es todo esto hermano!!!

¿Cuántas personas viven revolcándose en los recuerdos dolorosos del pasado, porque creen que no tienen futuro? Han creído la mentira del diablo que hay que vivir esta vida, porque se la vive una sola vez. ¿Qué significa eso de que hay que vivir la vida? Generalmente es una licencia para hacer cosas que a Dios no le agradan, pero quiero decirle que la vida continúa para el cristiano. Ahora, para los que rechazan a Cristo y su cruz, claro que no hay un mejor mañana, claro que nada bueno les espera. Pero para nosotros, los cristianos, vamos a recibir consuelo acá y también promete consolarnos allá, hermano.

La vida presente no puede ser mejor que la vida que vamos a vivir junto a Dios. Así que, basta de creer esa mentira de que nos hemos perdido lo mejor, si no pudimos hacer algo en ésta vida. ¿Y qué de aquellos cristianos que sufren pérdidas, desilusión por servir a Dios? Las pérdidas son temporales hermano, pero las ganancias son eternas. En el cielo nos espera esa clase de vida que Dios quiere que vivamos y que por algún motivo no hemos podido vivir acá por servirlo a Dios. Por favor hermano, empiece a mirar allá y deje de mirar acá. ¿Acá necesita consuelo? El Señor es su consuelo. ¿Acá necesita dirección? El Espíritu Santo es quien lo va a dirigir.

Pero necesitamos recuperar esa perspectiva eterna, de saber que allá está nuestro Salvador, que allá está nuestra patria, nuestra ciudadanía, nuestro hogar, nuestro tesoro. Todo está allá hermano. Nuestra más grande esperanza no está en éste mundo, está en el cielo, al lado de nuestro Señor y Salvador, hermano. Dice Prov 4:18 “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto”.

Escuche, si su tesoro está acá en la tierra, cada día se aleja más de Él, pero si su tesoro está en los cielos, cada día que pasa se acerca más a Él. Por eso Jesús dijo hagan tesoros en los cielos; por eso Pablo nos dice en Col 3:1-2 “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. 2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”. Así es todo el NT, así son todos los patriarcas que esperaban la ciudad celestial, cuyo arquitecto, dice la Biblia, es el mismo Dios. Todos los personajes del NT y del AT han sabido mirar al cielo.

Por eso si su tesoro está en el cielo, está cada vez más cerca. Piense que si emplea su vida para servir y agradar a Dios, entonces hay una recompensa grande en el cielo. Dice: entra en el gozo de tu Señor, gobernarás sobre diez ciudades, gobernarás sobre cinco ciudades, su recompensa será grande. Que ésta palabra nos lleve a reflexionar de qué estamos haciendo con lo que Dios nos confió. Esas responsabilidades, esos deberes, esos talentos, dones y llamados que Dios ha depositado en nuestra vida, ¿En qué los estamos utilizando? ¿Estamos glorificando a Dios, agradando a Dios, sirviendo a Dios con todo esto? O ¿Simplemente nos hemos alejado del servicio a Dios? El Dios del cielo nos llamó a servirlo y es el más grande privilegio el servirlo, hermano. ¿Cómo es que hay creyentes que postergan el servicio? ¿Cómo es que hay creyentes que abandonan el servicio? ¿Cómo es que hay creyentes que reemplazan el servicio por algo de menos valor?

Si estamos agradando a Dios con todos los recursos que Él nos dio (talentos, habilidades, dones) estamos acercándonos al cielo, de lo contrario recuerde lo que le sucedió al sirviente inservible (échenlo en las tinieblas de afuera donde hay lloro y crujir de dientes). Reflexionemos y tomemos la decisión de volver a servir a Dios o no postergar el comenzar a servir a Dios. Dios le bendiga.

Amén.

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