Mi escuela se está quedando sola

“Sobra el silencio, faltan las risas y el ruido en los recreos, sobran las mesas las sillas y se extinguen los sueños"

Recuerdo años atrás, no tantos, había que dirigirse a las escuelas con bastante anterioridad a la fecha de inscripción como se dice en criollo en mi hermoso país Venezuela, “montar cacería” entre los meses de abril mayo y así garantizar el cupo en una institución educativa, eso ocurría en todos los niveles desde la educación inicial a la superior, ingresar a cualquier nivel educativo no era tan fácil; hoy con mucha tristeza se puede decir que los cupos sobran, no siempre el motivo es las personas no quieran estudiar, sino porque la situación económica de muchos no lo permite o sencillamente deciden emigrar.

Pasa el tiempo y cada día hay en mi aula de clases menos estudiantes, muchos ya no están, sin despedirse ya no aparecen, siento gran incertidumbre al no saber si es una ausencia momentánea o un adiós por siempre, tras transcurrir unos meses vuelvo a tener noticias de ellos, entre lágrimas y pena expresan su situación, en mi casa no hay comida, no tengo pasaje ni jabón para lavar mi uniforme.

Presenciar como más de un estudiante escribe en hojas de reciclaje porque los padres no tienen para comprar cuadernos y utiliza un lápiz que mide menos de dos centímetros no es una exageración, con un nudo en la garganta lo tengo que expresar pero lamentablemente es la cruel realidad.

Ya no puedo ni conversar con mis compañeros para estudiar la deserción estudiantil la mayoría se han ido al exterior; maestros, administrativos y obreros igualmente quedan pocos, cuando llego a mi institución, miro la cartelera de inasistencias del personal y todos los días se acrecienta, es que la situación de los estudiantes también la padece el resto de personas que labora en el plantel, es una sola realidad que se nos envuelve cada vez más fuerte.

Trato de darme ánimo y no perder las esperanzas de apreciar nuevamente la cara de mis estudiantes, los mejores de mi clase aquellos que califican solo veinte, con modales y comportamiento excelente, que un día no volvieron más porque tenían dinero para llegar.

Con gran sacrificio muchos logran trasladarse caminando cientos de kilómetros, para mí eso no tiene precio; lo entiendo y valoro perfectamente porque lo vivo en carne y hueso cuando todos los días salgo a la parada a tomar el bus y a veces tengo que esperar horas al trasladarme a mi escuela, y sé que otros tardan más tiempo que yo.

Otros tantos aparecen por allá cuando funciona el comedor escolar, el rumor llega inmediatamente a cada hogar y se multiplica, entonces mi corazón arrugado y la razón me permiten confirmar que lamentablemente los estudiantes asisten más para comer que para aprender, y me siento obligada a entender que el cerebro con el estómago vacío no puede funcionar.

Preparar mi clase con tanto entusiasmo y no tener casi estudiantes entristece mi alma, porque además los pocos que asisten a media mañana observo sus caritas cabizbajas la mayoría de veces no han desayunado o recientemente se fue del país algún familiar cercano padres madres o hermanos.

Llegan los días de consejos para discusión de notas y se puede sincerar la matricula, secciones de treinta y ocho estudiantes quedaron con solo quince, más de la mitad ya no se encuentra.

Finaliza el año escolar, las entrevistas con representantes se hacen más frecuentes, crece la angustia de muchos porque sus hijos tendrán que repetir grado, con tantas inasistencias es una situación que no se puede evitar. A algunos se dará oportunidad, otros deberán esperar, así transcurre el tiempo y se aprecian diferentes situaciones, aprobar o reprobar, sea cualquiera el caso, estos últimos años nuestra educación ha dado un giro de trescientos sesenta grados.

Quiero de vuelta mi gente, los que dan vida a mi escuela, los jóvenes que veía correr por los pasillos y el patio central, los que dan calor al siempre considerado su segundo hogar, solo me queda no perder las esperanzas ni el entusiasmo, fortalecer mi alma y esperar el día que mi aula vuelva a estar repleta del tesoro más preciado de mi lugar de trabajo, los estudiantes.


Gracias por leerme

@odalysrivero

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