¿QUIÉN FUE EL RESPONSABLE DE LA VACA? [Serie de Cuentos de Montaña (3a)]

Estaba amaneciendo y un frío penetrante circundaba en todos los rincones del pueblo, la neblina permaneció espesa e impenetrable y se encontraba en todas partes, incluso el suelo desaparecía en esta cortina húmeda y blancuzca.

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El sol tímidamente salía desde el este, mostrando sus primeros destellos desde la ladera de la montaña, los gallos del pueblo hacían ruido y algunos perros ladraban a lo lejos. El aroma a café recién colado, avena, arepa y pisca andina inundaba todos los caminos del pueblo, haciendo agradable el inicio del día. Lentamente aparecían los primeros pobladores que se dirigían a sus trabajos, o deseaban comprar leche recién ordeñada, o buscarían los bueyes para iniciar el arado; en fin el pueblo se despertaba al mismo ritmo de siempre.

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Fuente: @ZlatkaMRS

Había transcurrido dos horas desde que el timbre del colegio anunciaba la entrada de los niños y adolescentes a sus aulas de clase.

Doña Josefa con pasos lentos venía bajando por una calle paralela a la principal, era una señora de reconocido prestigio y conocedora de la vida de todas las familias del pueblo, esto debido a sus veinticinco años como enfermera del Ambulatorio y del Hospital más cercano del pueblo, también era la Jefa de su familia y mantenía una estricta educación religiosa y era una exitosa comerciante, como se diría tenía ese olfato para las nuevas oportunidades en el comercio.

Doña Josefa como buena observadora de todos los hechos y movimientos del pueblo, ya tenía quince minutos caminando hacia la plaza del pueblo, cuando detectó un bulto extraño en un pastizal ubicado a su izquierda.

Detuvo su paso, giró la cabeza viendo hacia arriba y abajo de la calle, para detectar cualquier vecino que estuviera cerca, al no observar alguna persona a su alrededor, se dispuso a caminar hacia ese bulto extraño, pisó el pasto húmedo y el lodo circundante de ese terreno baldío, cuando observó entre un matorral y algunas plantas de zanahoria un cuerpo oscuro, a lo lejos no distinguía claramente, así que continuo su caminar, aunque ya su corazón latía rápidamente y su respiración era jadeante, sintió un leve mareo; así que se detuvo y comenzó a respirar profundamente con un ritmo lento, gracias a sus veinticinco años como enfermera ella sabía controlarse y relajarse para estar lucida y descubrir lo que estaba observando.

Doña Josefa nuevamente giró su cabeza para buscar algún vecino, deseaba que alguien la acompañara en su aventura, pero únicamente se detectaba la fría brisa y la neblina que bajaba de la montaña.

Tragó lentamente la saliva de su boca, cerró los puños fuertemente y con paso firme se dirigió al cuerpo extraño, al llegar muy cerca los músculos del rostro se contrajeron, aguantó para no gritar y sus manos taparon sus labios, vio una ternera acostada de medio lado sin mostrar sus signos vitales y como a dos metros y medio, observó el cuerpo de un señor muy mal vestido, lleno de barro en las manos y rostros, con un pie descalzo del cuál se observaba una media vieja con un roto en el talón, su traje oscuro era muy sucio y era difícil detectar su color original.

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Al lado de la ternera estaba un sombrero y una correa de pantalón de color negro, con una hebilla oxidada, Doña Josefa dio unos pasos para ver si el hombre estaba vivo, pero el olor a “miche” era tan fuerte que no le dejaba avanzar, el hombre estaba inconsciente por la borrachera, su rostro lleno de arrugas estaba quemado por el sol y sus labios resecos.

(Continúa en la próxima publicación)

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Norberto G. Rebolledo Andrade (@norbertor)

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