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Explosión de sensaciones en el cuerpo de Anna


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Anna siempre se sintió sexualmente insatisfecha. Ella no tenía demasiados encuentros sexuales con diferentes personas, quizás si incluía el coqueteo y los primeros roces íntimos a la edad de doce años con su primo Alberto, con dificultad podía sumar cinco amantes. Pero había algo muy recurrente en cada uno de sus encuentros sexuales y era que al acabar, al sentir el orgasmo, quedaba con una sensación de vacío, pero no un vacío sentimental, era una sensación en su zona intima. Deseaba el sexo y probablemente seguiría buscando el placer sexual, pero una parte importante de ella creía que el sexo estaba sobrevalorado, pero eso estaría a punto de cambiar.

Ese día Anna, se enteró de mala manera que su madre había alquilado una habitación en su casa. Ella solía leer en el balcón de su casa, pero a este no se podía acceder sin entrar a una de las habitaciones que estaba desocupada desde que su abuela murió. Ese día como cualquier otro se acercaría como de costumbre a la habitación para encontrar el lugar perfecto para su lectura. Al entrar vio a la figura de un hombre de espaldas en el balcón, ella caminó en dirección a él, sorprendida en silenció, comenzó a escuchar unos murmullo y pronto notó que el hombre no estaba solo y que delante de el se hallaba una mujer rubia de espalda con una falda donde se le notaba los glúteos, producto de la penetración que le hacía su compañero quien se había bajado el cierre de su pantalón para disimuladamente cojer con ella.

¿Qué es esto, quién rayos eres? -Alzó la voz Anna que tenía abiertos sus ojos cafés de par en par, atónita por lo que ocurría. -Tu debe ser Anna, tu madre me habló de ti ¿Me darías un poco de privacidad mientras acabó? Anna, aún sorprendida salió del cuarto y le grito a su madre, para que esta con gesto de tranquilidad le respondiera que le diera la bienvenida a su nuevo inquilino.

Anna ni siquiera quería acercarse, a su nuevo inquilino y menos en esas circunstancias, estaba molesta de que un intruso ocupara su lugar favorito para leer y que su madre no le hubiese comunicado que alguien se mudaría a su hogar, después de todo las dos vivían allí y merecía ser consultada. La verdad ya había tenido un día difícil en su trabajo y ya que no había podido ahogar sus penas en un libro las ahogaría en la ducha. Anna se desvistió y metió su cuerpo en el agua un poco caliente, dejó que el agua recorriera primero sus pechos bastante grandes, y masajeó su pelo rojo mientras el agua recorría su abdomen plano.


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Un recuerdo fugas le pasó por su cabeza: aquella escena de sexo donde la mujer era penetrada de espaldas. Ahora que lo notaba ese hombre era bastante guapo, era de piel mestiza, delgado y alto, sus ojos eran color verde aceituna. Algo en la posición en la mujer quien estaba recostada sobre el muro del balcón le hizo excitarse al imaginarse en su lugar, y no pudo evitar comenzar a tocar su clítoris mientras recordaba el murmullo que ahora lo escuchaba como gemidos.
Alguien irrumpió en el baño, lo que hizo que Anna dejara el movimiento circular que ya comenzaba a generarle placer. Sin querer repetir la famosa película de psiocosis, se asomó tras la puerta de baño; era nada más y nada menos que su nuevo inquilino. -Disculpa, no sabía que estaba ocupado, pues no tenía el seguro. Ella no acostumbraba a ponerlo porque solo vivía con su madre, molesta le indicó que había otro baño en la parte de abajo. El joven replicó que en serio necesitaba el baño, que lo disculpara pero que debía orinar y sin esperar se sacó el pene sin importarle la presencia de Anna. La chica no pudo evitar verle el miembro, rápidamente cerro la puerta del baño pero el pensar ello le hizo recobrar el deseo que había interrumpido. Anna le dijo que se apenas terminara saliera y cerrara la puerta.

Pero ella aprovechando que no se veía nada entre la puerta del baño y el humo que la cubría, prosiguió tocando su clítoris con el dedo del medio mientras separaba con el indice y anular los labios vaginales. Anna gozaba en silencio, y mientras con una su mano estrujaba uno de sus grandes senos que ya estaba erectos. El sonido del agua correr en el lava manos se escuchó por uno instantes, cuando hubo total silencio, espero unos segundo e imaginando que ya estaba sola subió un pie a la pared para bajar su dedo e introducirlo en su zona intima. Penetro con sus dedos y con mano izquierda toco su clítoris nuevamente. Pero la puerta del baño se abrió repentinamente para dejar ver al inquilino asomarse a ver la escena.

¿Que haces? -Le dijo Anna que había sacado su dedo pero aun permanecía con su pie en la pared, -Creí que como tu me interrumpiste yo debía hacerlo mismo. Anna se enrojeció y le gritó: largo. El chico le dijo que se veía realmente sensual y le dijo que si podía dejarlo mirar un poco. Aunque fue algo atrevido, la idea de que la mirara la excitó muchísimo. Así que comenzó a acariciar lentamente su clítoris de nuevo. -Deberías irte- le decía la chica mientra lo tentaba a seguirla viendo.

Ella acariciaba su humera vagina e introdujo dos dedos mientra gemía. El chico entró con la ropa puesta a la ducha y la besó de forma apasionada. Introdujo su lengua y luego le mordió el labio inferior. Bajó hasta sus senos y se los succionó con intensidad, luego introdujo su cara en medio de la dos grandes pechos que tenía enfrente. La chica con su manos izquierda comenzó a masajera su clítoris. Mientra el chico le besaba sus senos y se lo estrujaba y acariciaba con la mano, el inquilino comenzó a sobarle las nalgas a la chica para caer en su ano el cual comenzó a acariciar. Anna estaba realmente excitaba, comenzó a gemir con fuerza, sentía un placer grande, sus tres zonas de mayor sensibilidad estaban "llenas".

Las caricia en el clitoris, en el ano y la penetración con sus dedos se sincronizaron en un ritmo que hacían gozar cada vez más a Anna y sin que pudiera evitarlo alcanzó un orgasmo sentido desde su ano, para luego pasar por su vagina y llegar a su clítoris, la sensación fue tan placenters que Anna soltó un gemido que hizo eco en todo el baño. Pero la sensación no pareció acabar, al continuar las caricias del inquilino en los pezones de la chica, esta continuó dándose placer así misma, sin que pasara mucho tiempo nuevamente sintió otro maravilloso orgasmo, luego no disminuyó el ritmo, siguió mientra el chico comenzaba a penetrarla con el dedo en su ano. Anna siguió un orgasmo tras otros hasta que el cansancio en sus dedos no le permitió seguir. La chica bajo su pierna entumesida de la pared para recostarse en ella, mientras recuperaba el aliento, cuando se giró para ver a su compañero se dio cuenta que yacía sola en su cuarto de baño.


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