El Sastre de mi parroquia era un viejo italiano, hijo de la mamma Isabela quien lo vio partir en un barco. Se llamaba Mario, hombre de anteojos, piel blanca y alto, lo conocí desde niño, me agradaba su forma de ser, su elocuencia y su negra maquina de coser, fui creciendo y Mario era como el tío del barrio, siempre acomodaba mi ropa grande, su trabajo era impecable, puntual y ordenado, hablar una rato con el sastre, era crecer como persona y pasar un momento agradable. Siempre le veía trabajando, al pasar por su negocio siempre intercambiamos saludos.
El tiempo fue transcurriendo y a la parroquia llegaron seres oscuros, seres muy malos que por dinero a cualquiera le causaban un daño. Un día pase por su negocio y la policía acordonaba el area, pregunte a un vecino y me respondio con voz quebrada... es que mataron a Mario..