—Hay inviernos más fríos que otros. — susurró cabizbajo.
— También infiernos. — respondí melancólica.
— No sé qué hacer... — sus ojos verdes se posaron en los míos, pude ver a través de ellos, pude sentir como se quebraba en su interior; queriendo gritarle al mundo que todo era una mierda pero, principalmente, pidiendo ayuda. Mi ayuda.
—No te preocupes. — sonreí con amargura. Salvar a otros sin poder salvarte a ti, la vida es una hermosa ironía. —La primavera siempre llega, cuando menos te lo esperes, estarás rodeado de margaritas. —
— ¿Y el infierno? —su sonrisa fue sincera, hermosa. Así que le correspondí con la misma emoción.
— Virgilio guió a Dante a través de los siete infiernos. —le guiñé el ojo. —Yo puedo sacarte de uno. — extendí mi mano, decidida. —Estoy segura de eso.—