Cuando un músico se va

Emulando el título de una canción que amo - “Cuando un amigo se va”- del cantautor argentino Alberto Cortez, quiero compartir hoy con ustedes lo que se siente cuando nos toca despedir a un músico en plena flor de la vida y con una historia por escribir.

En horas de la madrugada de este lunes me levanté como es costumbre para irme a la radio donde, de lunes a sábado de 6 a 8 am, hago el programa “Reencuentro venezolano”. Suelo pre producir cada espacio la noche anterior; reviso efemérides; escojo cada pieza a sonar y repaso mentalmente los comentarios a realizar. Camino a la estación reviso titulares y los usuarios de personas claves en las redes sociales como para estar en sintonía con el país.

Hoy una lamentable noticia me robó de sopetón la sonrisa con la que decidí enfrentar la rutina. Los chicos del grupo venezolano C4 Trío posteaban sobre el fallecimiento de Gustavo “Gustavito” Márquez. Me envolvió una indescriptible tristeza, un profundo escalofrío, unas cuantas lágrimas corrieron por mi rostro. Inmediatamente cerré los ojos y me puse en los zapatos de su padre, mi amigo, Héctor Márquez.

Algunos de Ustedes se preguntarán ¿quién era Gustavito?: logró su título como licenciado en música pero antes experimentó la energía que producía el golpe de sus manos sobre la caja de resonancia de varios Cuatros que rompió. Su sueño primero fue ser tamborero. Era un niño de menos de 10 años cuando el sonido de los instrumentos de la gaita atrapó su atención. Después llegaron los días de estudio formal; clases de Teoría y Solfeo, Cuatro, Guitarra Clásica, Guitarra Popular, Bajo Eléctrico, Contrabajo, Piano y Bajo entre otros.

Un día su papá Héctor, convidó al también músico, concertista de cuatro y cantautor, Rafael “Pollo” Brito, que le hiciera una prueba al muchacho ya con 19 años para saber si calificaba como integrante para su banda. El Pollo no solo aceptó a Gustavito sino que le dio todas las oportunidades posibles para que demostrase a sus anchas las habilidades y sensibilidad que poseía para hacer nuestra música.

En el 2014 se incorpora a C4 Trío y con ellos participa en la grabación del documental “Los 10 de C4” dirigido por el cineasta Hernán Jábes donde alterna con Guaco, Desorden público, Oscar D´León, los maestros Aquiles Báez y Cheo Hurtado, Servando Primera, Marcial Istúriz y hasta el Pollo Brito. En el 2016 acompaña a Edward Ramírez y a Rafa Pino en un novedoso CD “El tuyero ilustrado” con el cual reviven al joropo tuyero. Se presentó en escenarios internacionales y hasta fue nominado a un Grammy Latino.

Quienes seguimos los pasos de Gustavito, sin conocerlo personalmente, ni tratarlo supimos la batalla que libró contra el cáncer. Leíamos sus post y a pesar de la enfermedad que enfrentaba nunca apreciamos en él una actitud entreguista, derrotista, ni desanimado. Por el contrario nos regalaba en cada imagen una espléndida sonrisa, gestos que describían buen humor y hasta videos con su música. En varias oportunidades vimos con agrado como un montón de artistas de manera espontánea y solidaria sumaron sus talentos a favor de eventos que permitieron recaudar dinero para cubrir los altos costos de las quimioterapias.

La mañana de este lunes 14 de mayo los músicos venezolanos se funden en un solo abrazo. El bajo de Gustavo enmudeció. Duele el corazón, duele la piel, duelen las palabras. Y yo me pregunto: ¿Cómo no sentir como madre? ¿Cómo no llorar? ¿Cómo evitar imaginar el incontenible dolor que sufren sus padres? ¿Cómo despido a un músico?

Al escuchar las grabaciones en las que participó Gustavito Márquez, un joven de apenas 29 años, son muchos los sentimientos que afloran pero definitivamente le despido con su música. Esa que le permitió vivir a plenitud, en gozo, sintiéndose orgulloso de haber sido un puente afectivo entre Dios y nosotros porque para mí quien hace música viene a este mundo con un don divino. Lo despido expresándole a sus padres mi condolencia, dando gracias a la providencia por su existencia y mil gracias a quienes le acompañaron en su breve tránsito por nuestras tierras. Hasta luego Gustavito…quizá en la otra vida pueda darte un beso en la frente y un cálido abrazo pero mientras eso ocurre se lo daré una vez más a tu padre a quien aprecio por ser un tronco de ser humano.

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