Las Pequeñas Luces: La Vista desde el Estanque

Ante un sistema que condena los errores, nos deprime la idea de no ser suficientemente útiles.

Éste podría ser un artículo sólo para venezolanos, pero realmente esto de sentirse estancado es una tendencia mundial, de la cual nadie o casi nadie se ha dispuesto a analizar, y es que no es algo nuevo. La desmotivación existe desde hace cientos de años, y con ella vinieron los primeros estanques, a darle descanso a los estancados.

El Río

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Manu Chao en alguna canción hace referencia a los estanques partiendo de una analogía sobre las migraciones, y aunque muy poco tiene que ver el tema de migrar con el hecho de estancarse como persona, el principio es el mismo:

"La migración es como un río que fluye, pero si el río deja de fluir, el agua se estanca, y el agua estancada se ensucia, y se pudre."

Cambiemos migración por inspiración, y todo tendrá un mejor sentido.

Ahora, el río contiene ideas, emociones, recuerdos, y toda aquella sustancia que nos pueda brindar una nueva perspectiva, pues recordemos que somos más que todo viajantes, y por eso buscamos estar siempre en movimiento.

Aprendiendo, conociendo, preguntando; así hacemos camino.

El Estanque

En el mundo actual las preguntas molestan, el conocimiento no pesa, y el aprender no interesa. La economía fluye a una velocidad casi tan grande como la información, y por eso todos vivimos como observadores de una gran autopista de desconocidos, que nos hipnotiza y nos ilusiona inconscientemente con algún día poder viajar por ella.

Las pocas reflexiones del hombre actual no van más allá de lo que la importancia del dinero le permita pensar, es decir, que al todo girar en torno a ello, no deja mucho más para donde ver, y es que la ceguera por convicción es una enfermedad casi tan famosa como el cancer, pero con mejor marketing.

El ciego es dócil, y con una población donde escasee la irreverencia y reine el buen comportamiento ¿qué más necesitas para seguir siendo un Dios?

Pero el buen comportamiento y la falta de irreverencia, aunque bien paguen, poco enriquecen. Y mientras todos observamos entusiasmados la autopista, con más ansias de entrar allí que de saber por qué queremos entrar, notamos que no estamos solos, y que todos quieren lo mismo, y pensamos, mal, pero pensamos: "Ellos no son tan buenos como yo", y el factor competencia entra a nuestras vidas.

La idea de competencia evolucionó desde hace unas décadas, gracias a la idea del individualismo, que no procuró más que volvernos más egoistas, e inseguros ante nuestro entorno.

La competencia genera desmotivación, y la desmotivación liquida todo. Es la entrada al estanque. Luego de la desmotivación, comienza el cuestionamiento sobre nuestro valor como personas, y comienzan otras dudas, que afuera del estanque no tienen importancia alguna.

                ¿Soy bueno en algo?
                ¿Alguien me quiere? 
                ¿Con quién cuento? 
                ¿Qué quiero hacer?
                Bla.
                Bla. 
                Bla.
Todos sabemos las respuestas a estas preguntas, pero el estanque hace que lo olvides, y mientras más te hundes, más ignoras las verdaderas respuestas a tus incertidumbres.

Bien lo dijo Facundo Cabral, "No estás deprimido, estás distraído", concentrado en un vacío, ignorando las pequeñas luces que indican la salida detrás del muro de falsas ilusiones que te han hecho crear, y lo peor de todo es que esas mismas luces que ves, son un reflejo de tu brillo, proyectado en un espejo sucio que tu mente condicionó, por temor a no poder formar parte del grupo de alumnos estrella.

Terminemos de darnos cuenta del talento que ocultamos.

Las Luces

Hace una semana entré al estanque, tenía meses sin pasar por allí, pero siempre toca, y no está mal el plan siempre y cuando no te quedes demasiado.

Puedo decir que estuve no más de 24 horas en él, mandando a la mierda todo, y olvidándome de mí. El desgano podía más que las voces de mis amigos invitándome a salir, y yo no podía con ninguna otra idea que no fuera dormir, cosa que detesto, porque ya ni sueños tengo.

Después de tanta frustración, encontré un par de viejos escritos, y me pregunté "¿En realidad yo he escrito esto?", como si desconfiara de mí.

Éste fue el primero, nacido en marzo del pasado año.

20 años, música hecha desastre, y desastre hecho lugar. Tragos de cocuy con ginebra. Desconocidos, compañeros de ciudad, coincidentes. Luces que bailan, gentes que iluminan. Diversión, libertad, y sonrisas que no quieren.
Lágrimas que no saben contar, golpes que nunca quisieron ser, palabras con es pa cios entre sílabas.

Bonus: Los Llorones
Allí estaban, los llorones, llorando como si no hubiera un mañana, y yo los veía desde lejos sin poder comprender por qué lloraban. Todo parecía estar bien con ellos. Se tenían, pensé, ¿qué más?
Sus lágrimas viajaban pero no caían. Eran pequeñas gotas de fuegos fríos que les quemaban la piel y la ropa, y ellos no se daban cuenta porque sólo pensaban, como siempre, que se tenían.
Y era hermoso verlos llorar. Ya nadie llora así, tan libre.
De momento el llanto cesó y, consumidos, se vieron en silencio por unos minutos.
Sin poder comprender llegó la risa,
y con ella la despedida.

Gracias, Marzo.

Y el segundo, es un fragmento de un cuento que más adelante les compartiré:

¿Quién eres? De verdad

Una celebridad abatida que terminó con el techo del mundo a centímetros de su cabeza. Soy un alcohólico, un soñador, un fugitivo. Soy el colmo de la sociedad, el refugio de los desconsolados. Soy la alegría dentro de la tristeza y el principio de las mejores amistades. Soy mi mejor momento y mi peor versión. Soy el atreverse a volvernos locos y el caer en consciencia para enmendar errores. Soy la antítesis del miedo y el amor más bonito. También, lamentablemente, soy una muerte feliz, rápida y catastrófica.

Y si eres tantas cosas, ¿por qué estás allí, bajo mi cama?

El alcohol es para los virtuosos, como la coca para sus poetas. Necesitamos excesos, y yo encontré en el alcohol un momento de exceso eterno, y así nunca dejo de sorprenderme porque nunca recuerdo nada jajaja. Vivimos bajo las camas de mucha gente, pero nadie nos toma en cuenta. Pasan de un lado al otro de la cama y ni nos miran; y no es por miedo, es más un asco tan moralista como falso. Se creen tan diferentes y son iguales a nosotros. ¿Sabes? Es así como los cristianos ven a los evangélicos y los evangélicos a cualquiera que no sea evangélico.

Tienes tanta razón en tus palabras, pero ¿por qué no salir de bajo de las camas? ¿De verdad te llena así la vida?

La segunda pregunta si es más difícil de responder, por eso iré con ella primero. La verdad es que no, pero no podemos definir que llena una vida, ni saber cuando nuestra vida está en su mejor punto. El punto más alto de nuestra vida, al que siempre esperamos llegar con cada paso que damos se imagina con la misma esperanza que tenemos de pequeños, cuando buscamos ver en qué punto del paisaje termina el arcoíris. Claro, tú tienes 17 años, no sabrás ahorita muy bien qué es lo que llena tu vida, o probablemente sí, pero te aseguro que cada año que vivas esto cambiará. Elegí tu cama porque eres una virtuosa. Igual que yo, en algún momento llegarás a este punto, y he venido a salvarte, porque yo ya no puedo salvarme. Y que lamentable la pérdida de virtudes en el mundo ¿no lo crees? La primera pregunta es más fácil de responder, tú llevas todo este rato hablando conmigo. Tu allá arriba y yo acá, y aunque sea incómodo. ¿Has intentado ayudarme a salir? No, ni lo has mencionado. Por tu cabeza ni siquiera ha pasado la idea de verme fuera de estas 4 paredes imaginarias que crean los límites de tu colchón. Pero eso no importa, yo estoy cómodo en mi exceso. Me gustaría salir de acá, pero ¿para qué? Sinceramente ¿cuál sería la diferencia?

Después de estas revelaciones olvidadas, pude ver las luces que se asomaban detrás de mi ventana, y decidí salir a caminar, sin rumbo ni destino. Llegué a una licorería, y coincidí con El Poeta (para los que no sepan quién es El Poeta, entren aqui), y entre birra y birra nacieron las buenas conversaciones, y con ellas las nuevas revelaciones.

Entre ellas, recuerdo un comentario:

"Cinco es igual a tres, cuando tres es igual a uno."

Al escucharlo no quedó más que incertidumbre en mí, pero luego vino la explicación que lo calmó todo.

"En la vida tienes cinco sentidos, para hacer tres cosas, percibir, entender, y actuar; y así lograrás una sola, que es vivir."

Recordé que la vida siempre tuvo sentido, y sólo estuve distraído por un tiempo de mí mismo.

Hoy puedo decir que quiero cambiar el mundo, y que eso haré, poco a poco, aquí y allá. Reconozco que hay bondad, talento, y magia en abundancia, pero se ignoran porque vivimos en un mundo de cosas superfluas pintadas de importantes.

También reflexioné sobre el fracaso y los logros, y descubrí que soy mis fracasos más que mis logros, porque en ellos me constituyo.

De ellos nací, y renazco, y crezco, y creo.

La fotografía fue tomada por mí, en la Laguna Azul, Edo. Barinas.

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