El año más largo.

2017, aquel año en que se fue una parte de mí. Empezó todo en mitad de junio; fue un caluroso verano, donde mi familia y yo se nos presento la prueba de fuego, de aquellas etapas en las que se sabe desde el principio que no serán días fáciles ni felices. Mi abuela fue internada en el Hospital universitario de Caracas, pesadilla en vida y materializada en concreto si de salud hablamos; mi abuela tenía cáncer, por un poco más de 10 años luchó contra él. Ella veía lo bueno y malo de los días, tenía fe, espíritu, temple, energía y buen humor, así es como vive en mis recuerdos, así es como yo hablo de ella, así es como hablaba ella de ella.

Los días en el hospital mutaban en semanas y las semanas fueron meses. Llantos, risas, ira, alegría, idas y venidas, todo debajo de un mismo techo lleno de bacterias y filtraciones; de cuando en cuando las enfermeras hacían bromas para alegrar el pabellón de mujeres, entre los acompañantes de los pacientes nos compartíamos café, cobijas, gasas, pastillas para contra el dolor de cabeza y en los buenos días, medicamentos e insumos médicos. Las noches no eran para dormir, eran para dar vigilia por si mi abuela quería ir al baño, por si quería beber agua o tal vez para llorar; en el día el catire avisa con su luz en el balcón que el hoy debemos buscar un exámen, un medicamento, qué tal vez se le dé alta.

Mi familia y yo, estuvimos hospitalizados con mi abuela, no teníamos una cama, teníamos un pequeño y viejo mueble con una cobija, nuestra dosis eran aquellas noticias que nos daba a diario los doctores; y los dolores eran: mi abuela sin querer estar ahí, sin querer estar, los estudiantes caídos por las manifestaciones, el congestionamiento de la ciudad y el país haciendo caso omiso a su pueblo.

Diálisis, ese fue el tratamiento que se le dió a mi abuela mientras estaba en lista de espera por una cirugía, cuando entramos en el hospital dijeron que en una o dos semanas ya estaba todo listo, que todo era "ambulatorio". El café del cafetín tenis un sabor horrible que su precio también le hacía competencia.

Una o dos semanas se volvieron tres meses y medio, salimos por fin de aquella etapa horrible, Julita, ya se encontraba en casa nuevamente, en su mesedora, viendo la novela de las 2, pero esto no duró mucho, solo fue una tregua del destino para que ella pudiera irse en paz en un ruidoso diciembre, recuerdo con exactitud ese día, un 18 de diciembre, Caracas estuvo sin luz por unas 5 horas, apenas regreso la luz, mi tío llama a la casa, mi abuela una semana antes había vuelto al nefasto hospital, atiendo el teléfono con nervios, escucho en el fondo a mi madre llorar y mi tío con un pesar en la voz dice: "Murió Christian, tu Julita se fue". Dejo caer el teléfono, caigo de rodillas, mis nudillos conocen la cerámica, grito contra el mundo, contra todos, cuelgo el teléfono y así fue.

Esto es algo que verdaderamente que estaba ahogando desde hace tiempo y con últimamente me miró en retrospectiva, decidí expresar todo esto que llevo hundiendo. Gracias por leer.

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Gracias por todo y por siempre Julita, gracias.

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