Vaya extraña sensación de soledad. Pasan las horas rápido e igual sientes que han pasado milenios. Ya empapado por la cotidianidad, mis ojos y yo se confunden en estas nuevas calles, en estos caminos laberínticos que poco a poco me acogen como hogar.
Camino sin rumbo casi interminablemente, subiendo y bajando, intentando no perderme y ser presa de las calles que, aunque sumisas en apariencia, se pueden volver agresivas de un momento a otro. Dualidades vibrantes de ciudad, donde al menos avispado se lo come la misma tierra por la que este camina.
Sin embargo, no extraño la aún más intensa hostilidad de mi anterior hogar. Enamorado por siempre de sus emociones simpáticas pero aterrado de su constante inclemencia, inclemencia tal que haría que correr despavorido al menos habitual cuando esta tira los dados y te toca el número perdedor. Madre cruel con extraños y con sus propios hijos.
¿Qué tanto tiempo tomará olvidarme de la distancia y echar a andar sin el peso de las memorias encima? La soledad pica y se extiende, a menudo confundida con otras emociones, como quien no tiene idea de cómo sentirse. Me le escabullo al sentimiento sin mucho pensarlo y vuelvo en mí, mantengo los pies en la tierra con ese trago amargo trasladándose por mi cuerpo.
Supongo que no puedo quejarme de mi suerte, así pretenda hipócritamente hacerlo. La felicidad y el bienestar suelen encontrarse durante estas extrañas travesías, pero qué trayecto tan interminable sin contar con los ánimos de los tuyos cerca, con tu familia y demás seres queridos a tantos miles de kilómetros.
Es el camino que me dispuse a tomar, sin marcha atrás, con miles de metros por recorrer, pero con una recompensa que de conseguir aliviaría los pesares de todos a los que dejé atrás. Por ellos y por mí mismo no me detendré. Resistiré lo que venga hacia mi camino sea como sea, por inalcanzable que se vea la línea de meta, estoy seguro de que llegaré a ella.
Tarde o temprano, un paso a la vez.
Una canción para el momento
Una canción para durante o después de leer
Como siempre, acompañar los relatos de manera musical nunca viene mal. Camino está acompañada por una canción con su mismo nombre: Camino de la banda de Pop Rock venezolana Tomates Fritos. La soledad y el abandono de un hogar es parte de lo que habla el relato y en esta canción se pueden hallar elementos que concuerdan con aquello.
Hace 12 años que me fui
Fui a buscar otros caminos
Me di cuenta que en el mío
No todo estaba bien.
Igual de pie seguí
Dejé a todos mis amigos
Solo el alma está conmigo…
Notas del autor
La serie Escritos huérfanos era una que se me hacía necesaria plantear para mi blog de Steemit. Aunque suelo escribir para esta plataforma por medio de series hechas específicamente para ella, hay muchos escritos que no forman parte de ningún tipo de serie y terminan quedando abandonados. Escritos huérfanos me da un espacio para sacar a la luz todo este material que como su nombre lo indica, queda huérfano al no formar parte de alguna serie.
Camino es el relato con el que estreno esta colección de relatos. Fue escrito durante mayo de 2018 e inspirado en la diáspora venezolana por la que muchas familias —incluyendo la mía— han ido pasando estos últimos años.
Fuentes
Imagen N°1
Imagen N°2
Imagen N°3
La imagen N°1 fue editada con un editor de imágenes en línea con motivo del post
Imágenes tomadas de bancos de imágenes libre de derechos de autor
Serie – Escritos huérfanos
I: Camino
Más relatos próximamente
