¿Realmente sabemos lo que es andar por el sendero de la vida?


Eran Calles frías, calles vacías, calles en donde el silencio abunda y donde florecen tantas interrogantes, aquellas preguntas que recorren con inquietud nuestras mentes y no sabemos cómo pararlas ni encontrarles alguna respuesta.

Allí se encontraba Mía por esas calles frías danzando como una soñara, mirando a su alrededor y agradeciendo cada paso que había dado, se sentía libre, con ganas de volar y seguir aprendiendo cada día más nuestra confusa estadía por este camino de la vida.

Por un momento se detuvo y miró hacia atrás, pensaba en lo lejos que había llegado y cuanto esfuerzo le costó llegar hasta ese punto del camino donde se había detenido. Se quedó contemplando esa vista por un buen rato mientras sus pensamientos recordaban todas aquellas vivencias que le brindó ese camino.

De momento giró su mirada nuevamente al frente y contemplo una mejor vista, una vista que reflejaba todo el camino que aún le faltaba por recorrer y que sin duda ¡Sí que era bastante!» Las huellas que había dejado por todo el camino significaban mucho, eran huellas de aprendizajes, enseñanzas, aventuras, batallas, derrotas, felicidades y tristezas. De solo recordarlo a Mía se le dibujó una sonrisa en su rostro, pues sabía que tenía en sus manos el poder de seguir adelante y seguir dejando huellas, de seguir aprendiendo cada día más del extraño y hermoso camino de la vida, de poder saborear ese dulce y amargo que nos brinda y afinar su paladar para deleitarlo de la mejor manera.

Mía siguió su camino y caminaba cada vez más decidida. En esa noche fría y oscura se sumergía en su silencio y en su mente florecían ideas, pensamientos, cosas inimaginables que solo Mía podía entender. Amaba todos sus pensamientos pero odiaba no poder organizarlos con cautela y precisión, y fue allí en ese preciso momento donde Mía saboreó lo dulce y amargo que le brindaba la vida en ese momento y comprendió que en el mundo existían infinitos manuales que enseñaban como usar y manejar las cosas pero no existía aún el manual para entender y comprender las situaciones de la vida por las que nos toca pasar.

Quizás solo se trate de caer y levantarse –pensó Mía- ;pero, ella sabía que había algo más, que habían más razones por las cuales la vida nos sirve ese plato dulce y amargo, y cuando creemos que lo hemos saboreado completo pues nos da una ración doble de amargo, porque si de algo estaba segura era que no se trataba de tener la razón, si algo tenía claro era que se trataba de aprender cada día de todos esos errores que cometemos durante todo el camino que nos toca recorrer y saber que necesitamos de ellos para aprender.

Mía siguió su camino decidida y llena de amor, comprendía que todas las huellas que le faltaban por dejar debían tener su esencia de amor, esa esencia que nos eleva tan alto y que a su vez puede que nos baje con la misma presión, pero a eso no le temía, no le temía a nada, a lo único que le temía era a dejar de vivir por miedo al dolor, cohibirse de las cosas hermosas que le brindaba ese camino por miedo al sufrimiento, evitar tropezarse por miedo al golpe, evitar equivocarse por miedo al fracaso, a eso sí que le temía. Pero no a vivir, a vivir con euforia, con deseos, con sueños, con metas, con amor, con pasión y con ganas de superarse día tras día…

Escritura original de @mcarl4

GRACIAS POR LEERME, nos vemos en el proximo post

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