Frio de medianoche
Sólo podía escuchar mi voz y la de mi compañero por el intercomunicador. El frio era como el de la medianoche pero sin viento, sin el sonido de los animales. Ahí estaba yo, girando sin fin en el espacio, los trozos de la nave pasaban mientras orbitábamos alrededor de este planeta. Empecé a sudar, casi me desmayaba, sentía presión en la cabeza, yo sólo balbuceaba ante la voz de mi compañero, no había salvación.
Por fin puse atención a lo que decía mi compañero, mi corazón latía muy fuerte. Me dijo “voy por ti”, fue la frase más feliz que había escuchado en toda mi vida, antes de “acepto” y “es una niña”. Estaba el acercándose a mí con los propulsores del traje, “saldremos de esta, me dije”. Él se aferró a mi y dijo “puedo arreglar esto en un momento”, así fue, en unos minutos estábamos usando los propulsores de mi traje para movernos hacía la capsula que no salvaría. Yo seguía muy mareado y asustado para pensar mejor en la situación.
Teníamos rato moviéndonos, no sé cuánto tiempo, pude distinguir la capsula del resto de los escombros, estaba intacta. Él me dijo “No lo lamento, así es la vida” yo no entendí esas palabras hasta que milisegundos después me empujo con todas sus fuerzas hacía la otra dirección y activo los propulsores de su traje, me había quedado sin combustible, me había usado para salvarse. No pensé en lo sucedido, sólo sentía el frio de medianoche sin viento.
