Me levanté temprano, fui a beber té helado, busque pan con bocadillo, pero se lo habían regalado al vecino, luego mire a Waldo, me miraba desconfiado, ojos grandes con cola erizada, no me dejaba de seguir con su nariz mojada.
Le dije:
-Buenos días Waldo Aurelio-
El gruño con acento feo, se espantó, porque despelucada me veo, parezco un florero, con negras chamizas sin flores creciendo.
Así que le hable de nuevo:
-Waldito si eres loquito, soy la mamá humana que te da concentrado en las mañanas-
Pero él seguía desconfiado, y recordé que ciego se estaba quedando. Seguro veía sombras, distinguía de pronto un pepino con botas, que especulara mi viejito, de Mar Pa con su pijama de gatitos.
Waldo y la desgreñada, es decir YO!
Créditos de fotografía, dibujo y texto: Margarita Palomino