Solo se veía una melena, era negra y bella, seguro era una princesa, que paseando iba por la montaña pequeña.
De repente su cuerpo giro, que susto me he pegado yo, tiene risa con colmillos y un perro morado fino. Se veía realmente mala, con recelo la observaba, debía seguirla cercana para ver lo que planeaba.
Era tan mala…
Que sin ningún amor arranco los pelos del diente de león; el perro morado entusiasmado miraba, mientras la matita en silencio había quedado.
Era tan mala…
Que a la lagartija la convirtió con su varita mágica de anguila, en una mandarina fría; la abandonó en el pavimento para que la pisara un perro con sueño.
Era tan mala…
Que lanzó la roca al río, sin flotador de animalitos. La pobre no sabía nadar, y con su peso al fondo fue a dar.
Era tan mala…
Que caminando por el sendero, se encontró un viajero y le transformo su sombrero, en un gato con olor a cerezo, que lo aruño sin tropiezo.
Era tan mala...
Que se subio al árbol de mandarinos, y le doblo una rama con su cuerpo delgadito, mientras el perro morada aullaba para hacerle coro a las risas de la chica macabra.
Era tan mala...
Que cuando estaba cansada, bajaba un pedazo de nube y la pisaba, mientras saboreaba una galleta mágica.
Sin embargo una noche, cuando la luna crecía para ser redondita, Waldo sin temor se acercó, en su trompa la galleta se llevó y la devoró.
Colorín colorado, la chica mala sin galleta ha quedado.
Si está pensando que no hay enseñanza, está equivocado, debemos aprender a no dejar la comida donde un perro la pueda comer, Waldo algunas veces a saboreado ricos platos porque en la mesa se ha montado.
Todos somos fuertes pero todos tenemos una debilidad.
Aclaración: Ninguna planta, árbol o animal fue herido en esta historia, tampoco bajamos la nube, era solo un pedazo de algodón que reposaba en el andén. La roca fue rescatada tras su caída al río, ahora duerme en el patio de la casa.
