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Luego de que Dahmer comenzara a estudiar, se describía como un adolescente extremadamente tímido, que evadía todo, a toda costa: tanto a sus compañeros como sus responsabilidades, las cuales demostraban su poca tolerancia ante la frustración.
Cuando fue arrestado, una gran cantidad de extremidades y cráneos humanos fueron hallados en su apartamento. Inmediatamente luego de su arresto, confesó todos los crímenes que cometió y los describió en detalle, explicando a los oficiales la forma en que asesinaba y desmembraba a sus víctimas. Ahora bien, si de echar un vistazo al perfil psicológico de Jeffrey Dahmer se trata, no sería extraño notar que dichos asesinatos tenían algo que ver con sus problemas mentales.
Su primera víctima fue un joven de 18 años llamado Steven Hicks, a quién golpeó en la cabeza con una barra de hierro luego de que éste se negara a acostarse con Dahmer en su apartamento. Le descuartizó, y colocó sus miembros en varias bolsas de plástico que fue tirando por los bosques. Nueve años más tarde, mató otra vez. Sus víctimas eran siempre hombres jóvenes, de raza negra en su mayoría, a quienes reclutaba en bares de ambiente homosexual y barrios solitarios, y tras ofrecerles dinero, los llevaba a su apartamento, los drogaba, estrangulaba, y mantenía relaciones sexuales con el cadáver. Luego de esto, desmembraba a sus víctimas, guardaba sus miembros y órganos, y “jugaba” combinando los distintos torsos, brazos, piernas y cabezas.Ahora bien, a pesar de las afirmaciones de Dahmer respecto a haber tenido una infancia normal, y que nada durante sus primeros años contó como factor determinante de su carácter [que luego lo llevaría a tomar las acciones conocidas], es necesario destacar que, si bien no se alegó enajenación en los tribunales, éste fue un hombre con serios problemas psicológicos detonados por muchos elementos: tuvo un padre ausente la mayoría del tiempo, además, su madre sufría de ansiedad severa, y pronto desarrolló una fuerte adicción a los tranquilizantes y otros fármacos similares, cosa que eventualmente le afectó a tal nivel físico que acabó forzándola a pasar el resto de su vida en cama.
Sentimientos de soledad, tristeza y culpa desbordaban en la cabeza de un joven Jeffrey, quien de por sí ya tenía sus propias condiciones mentales. La frustración que sentía solo cesaba de una forma: Jeffrey comenzó a beber descontroladamente, desarrollando una fuerte dependencia psíquica hacia el alcohol, que si bien no le impulsaba como tal a matar, le bridaba sentimientos de calidez y adormecimiento tanto físico como emocional y mental, coadyuvando a olvidar aquellas cosas que tanto le afectaban inconscientemente. Borracho casi todos los días, fue expulsado de la universidad en 1978, y del ejército un año después.
El psiquiatra que diagnosticó a Dahmer durante el lapso del juicio, explicó que el hombre era indudablemente psicótico; y aseguró que habría estado sufriendo de una enfermedad mental desde hacía muchísimo tiempo, y una clara prueba de eso eran sus creencias alucinantes que lo llevaban a fantasear con “crear zombis”. Un psicólogo que testificó en la corte afirmó que Dahmer era un sádico maníaco, agregando además que tenía una ira interna y agresividad que lo empujaban a matar, y que el deseo sexual simplemente era un vehículo para externalizar esos sentimientos relacionados a la violencia y la necrofilia.
Muchos psicólogos analizaron a Dahmer, y se les ocurrió que se trataba de un sujeto evasivo, resistente y manipulador. Del mismo modo, tenía un largo historial de dependencia al alcohol, llegando inclusive a beber durante sus clases en la universidad, finalmente siendo obligado a desintoxicarse [de cualquier forma, nunca lo logró].
Ya que era considerado como una persona que no podía construir ninguna clase de relación con otros, mucho menos fomentar una Amistad, sus frustraciones se crecieron y acabaron como odio y rabia; asesinando a esos hombres dado el hecho de que quería y necesitaba destruir cualquier clase de atracción que podía sentir hacia ellos.
Los casos de asesinatos seriales comparten características comunes, tales como la fantasía, la ira, la rabia, el bajo autoestima, y la facilitación al cometer tales delitos. Jeffrey Dahmer puede ser categorizado como un asesino serial lujurioso, dado que sus homicidios involucraban sexo con sus víctimas. Finalmente, las conclusiones de los numerosos psicólogos, psiquiatras y demás profesionales, a pesar de variar en algunos aspectos, siempre acababan con algo en común, y esto era el indiscutible perfil sociópata de Dahmer.
Muchos psiquiatras diagnosticaron en Dahmer un desorden de personalidad antisocial; básicamente un patrón de indiferencia hacia los derechos de otros y la violación de éstos mismos, que comienza en la infancia o en la adolescencia. Personas con este desorden por lo general hacen caso omiso a las normas sociales y las leyes, mienten repetidamente, colocan a otros en riesgo para el propio beneficio, y demuestran una profunda carencia de remordimiento.Aún hoy en día y luego de numerosos análisis, sigue sin conocerse mucho acerca de la causa del desorden que padecía Dahmer, pero la doctrina psiquiátrica es firme al alegar que la genética y otros aspectos de la vida de una persona podrán contribuir al desarrollo de dicha condición. Entre estos, elementos como la falta de interés en relaciones sociales, la frialdad emocional, y una tendencia de llevar un estilo de vida solitario, son compendios que revelan un patrón incluso similar al que demuestran las personas que padecen de autismo.
Identificado por su propio padre como un incompetente social, Jeffrey Dahmer era indudablemente un individuo enfermo, independientemente de esto, luego de oír sus confesiones, el jurado le condenó a novecientos treinta y seis años de cárcel. El 28 de Noviembre de 1994, apenas tres años luego de su encarcelamiento, Christopher Scarver, otro recluso, le destrozó el cráneo a Dahmer con una barra de gimnasio, en su propia celda.
Un dato curioso es que aún luego de su muerte, los padres de Jeffrey pelearon la posesión del cerebro de su hijo, llevando la diatriba ante los tribunales locales: la madre alegaba que quería venderlo a un hospital para su futura investigación en el ámbito mental, mientras que el padre simplemente esperaba enterrarlo “lejos de todo el mundo y de su memoria”.
Fuente bibliográfica: Linares, M. Mala Gente: Las 100 peores personas de la historia. Editorial EDAF (2010). Madrid, España.
Nota: Si bien éste es un artículo recopilatorio de información, también posee una cantidad de contenido basado en mis conocimientos previos, en los adquiridos en clases, y en mi análisis personal. Les invito a verificar la fuente colocada.
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