Mi flor exótica de la India.
Generalmente coloco granitos de pan en mi camino;
pero ciertos pájaros tienen hambre.
Normalmente dejo velas encendidas por donde voy;
pero no siempre hay alguien con frío.
Guardo un pedacito de a quien dejo,
tomo un recuerdo de quien se va,
aprendo de lo que ya no está,
crezco de lo que ahora vive lejos.
Generalmente doy un beso corto, fugaz;
que dure todo el día en los labios,
que duela toda la vida,
que haga un poco sangrar.
Siento que no soy constantemente en mi totalidad,
pues las ventanas tienen que estar abiertas.
Hay quienes no son dignos de admirar
cuando alguien decide abrir sus alas y volar.
Generalmente me llevo las llaves por seguridad.
Tomo un trago de alcohol
con intención de engañar a mi sobriedad.
Curiosamente hoy me di la libertad
de dejar las llaves en la cerradura, puestas.
He conocido a un pagano;
un ser solo, digno, acalorado;
creyente de cuentos y leyendas
de esas que yo cuento, verdades con fe de humanos.
Generalmente yo duermo con los ojos cerrados;
pero últimamente, estando abiertos sueño con el rastro
de semillas que he ido sembrando:
Vida nueva que reemplace lo amargo.
De pronto,
mi cuarto se ha llenado
de flores exóticas de la India.
Cerré los ojos,
abrí mi alma
y he viajado.
