Final de un día difícil

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Era una mañana nublada, cuando me despedí de él en aquel terminal de pasajeros, bese sutilmente su mejilla mientras sus musculosos brazos envolvían mi cintura para luego partir cada uno a su destino, no lo vería en días, iba a extrañarlo, pero fui fuerte y con los ojos llenos de lágrimas caminé

Me fui hacia donde estaría estacionado el bus en el que viajaría, pero para mi sorpresa me tope con nada, si así fue, con nada, el bus no estaba allí y no llegaría en un largo rato. Fue entonces cuando asumí que me esperaba un largo día y en efecto así fue. Respire profundo, me senté en la acera y conocí a una agradable señora llamada Carmen, quien de la nada comenzó a contarme relatos acerca de su vida, relatos tristes como el asesinato de su hermana, relatos felices como los viajes que hizo y todos los lugares que conoció.

Eran al rededor de las diez de la mañana cuando por fin, después de tanta espera, llegó el vehículo que me transportaria a la ciudad vecina. Y es que en mi país se ha tornado muy difícil trasladarse de un lugar a otro por circunstancias que no vienen al caso. Me subí al bus, me senté en el asiento, lo recline hacía atrás, estire mis piernas y me relaje, yo sabia que la espera no había terminado, por el contrario, era apenas el inicio de un largo recorrido.

Luego de rodar y rodar, de horas de camino, entre el calor del día, el subir y bajar personas del bus, las colas por el tránsito excesivo, mi estrés ya empezaba a aumentar, las ansias por llegar eran cada vez mayor y el viaje se hacia eterno. Cerré mis ojos y me quede dormida, incluso soñé, aunque no recuerdo qué para ser sincera.

Llegué, por fin llegué, entre al apartamento, solté mi mochila, un zapato por aquí y otro por allá, me quite el pantalón, serví un vaso de agua con hielo, camine a la ventana, y ahí estaba, estaba ese hermoso cielo con una excéntrica combinación de colores cálidos y fríos, esa magestuosa obra de arte que no hizo otra cosa más que transmitir serenidad, era algo perfecto, no necesitaba filtro, era hermoso, era justo lo que necesitaba para deleitar mi espíritu y calmar mi exaltado humor.

Una ducha de agua caliente y una confortable cama fueron la recompensa de haber tenido un día difícil.

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