Camino de Santiago: la iglesia de Santa María de Eunate

En las proximidades de Puente la Reina y dentro del término municipal de Muruzábal, el peregrino hace un alto obligatorio en uno de los edificios más enigmáticos, singulares y fascinantes de su recorrido por el Camino de las Estrellas: la iglesia de Santa María de Eunate. Se trata, sin duda, de un lugar mediático, que despierta multitud de sensaciones en el ánimo de todo aquel que lo visita. Su aislamiento, así como su cercanía a un monte sagrado, el de la Estrella, cuyas connotaciones simbólicas pueden sugerir diversas y fascinantes hipótesis, así como su orientalismo y multitud de curiosos y extraños detalles, consiguen un efecto que no pasa desapercibido para aquél que además de dar rienda suelta a su afición de vagamundo, intenta conectar con esa sabiduría oculta en determinados lugares de la Ruta Sagrada.
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Seguramente motivado por los comentarios del gran arquitecto francés Violet-le-Duc –restaurador, entre otras, de la catedral de Notre Dame de París-, referentes a la posibilidad de que las iglesias de planta circular u octogonal obedecieran a ‘un modelo de arquitectura templaria’, la iglesia de Santa María de Eunate –término que algunos autores traducen como ‘de las cien puertas’- se ha visto siempre asociada a la Orden del Temple, si bien no existen o no se han encontrado hasta el momento, indicios documentales que lo demuestren y sí, al parecer, documentación que apunta hacia cofradías de índole sepulcrista, patrocinadas por una misteriosa, piadosa y noble dama, Doña Sancha, cuyos restos fueron desenterrados a principios del siglo XX y arrojados a un osario común. En este sentido, no hay duda de que entre las funciones de este espectacular lugar, estaban también las de servir de cementerio, basándose, no obstante sus orientalizadas formas en el modelo del Santo Sepulcro de Jerusalén, incluida la anastasis o rotonda que la circunda.
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De ésta anastasis o rotonda, merece la pena fijarse en aquél capitel que parece representar una escena de la Crucifixión y preguntarse –y en esto, recuerda muchos representaciones de origen cátaro-, por qué no hay cruz, ofreciendo una imagen de ingravidez sorprendente.
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Pero sin duda, la pieza que más atención acapara y más curiosidad provoca, es otro capitel que se localiza en la misteriosa portada norte de la iglesia, que representa un rostro al que acompaña un interesante aderezo en espiral, símbolo antediluviano, sobreviviente de las antiguas civilizaciones que ya recorrían esta Ruta Sagrada milenios antes de ser ‘redescubierta’ por benedictinos, cistercienses y templarios.
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Lo peculiar de dicho capitel radica, en que si lo invertimos, nos encontraremos con un rostro diabólico –para los teóricos del templarismo del lugar, pudiera ser una referencia al misterioso Baphomet-, tal y como se muestra en las fotografías que ilustran el presente artículo.
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Respecto a la hermosa talla mariana que preside el altar, se trata de una reproducción, no obstante bastante hermosa y posiblemente fiel de la Virgen Teothokos o Trono de Dios original, desaparecida misteriosamente en 1973.
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Santa María de Eunate: un hito imprescindible en el Camino Jacobeo.

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