Cervantes Magazine "Feliz 2018": Autor invitado.

[Cervantes Magazine - Feliz 2018]

En esta época es muy común encontrarnos con una de las cosas que más fascina tanto a grandes como a chicos, los fuegos artificiales. Hoy me gustaría hablar de ellos, específicamente de una de sus características que más nos llama la atención: los diferentes colores que hacen en el cielo.



Los fuegos artificiales vienen del oriente ya que su elemento principal, la pólvora negra, fue inventada en China hace siglos. Con la ruta de la ceda la pirotecnia se fue expandiendo por todo occidente, hasta que llegó a ser parte fundamental de las tradiciones en gran parte del mundo, como lo es hoy en día.

Un cohete tiene dentro de su interior dos componentes principales, la pólvora y un mineral específico para cada uno.

El primero genera la llama y potencia que hará que el cohete suba y explote.
Pero el segundo no contribuye al fuego, ni permite que se queme más fácilmente ni suba más alto. Solamente tiene un propósito: el color.

Los minerales están compuestos principalmente por sales de diferentes metales, como del Sodio, Cobre, Bario o Estroncio, ya que al entrar en contacto con el fuego estos metales hacen que la llama sea Amarilla, Azul, Verde o Roja, respectivamente. Esto hace que al explotar a una gran distancia en el aire, el fuego generado por la pólvora se vea coloreado por estos compuestos.

Este fenómeno se debe a que los minerales en el fuego separan a cada uno de los elementos en iones, y hace que algunos átomos tengan un comportamiento muy particular. Absorben calor del fuego y expulsan luz.

Podríamos explicar esto pensando en un átomo individual y teniendo en consideración que cuando se trata de los electrones que lo rodean, estos tienen lugares específicos en donde pueden estar. Debido al calor, el electrón que está más lejos del núcleo, pasa al siguiente orbital, haciendo que el átomo absorba energía en forma de calor. Pero como ese electrón en el nuevo orbital es muy inestable, este cae a su lugar de origen produciendo un fotón de una energía dada, es decir, generando luz de un color específico.

Como cada átomo es diferente, la caída del electrón cambia, haciendo que el color varíe entre ellos, y provocando así los colores que se ven en los fuegos artificiales.

Por eso, cuando el cielo se tiña de verde, de naranja o de rojo la última noche del año, brinda por los electrones que hacen que nuestra vida tenga muchos matices distintos, por los minerales que ponen en los cohetes y por todos los científicos que nos hacen la vida mucho más interesante, y en este caso, más colorida.


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