POESÍA | El poema que me ayudó en el peor momento de mi vida [Eduardo Galeano]

Estimadxs Steemitcianas y Steemitcianos:


Esto es algo muy personal que quiero compartir con ustedes. De cómo las artes pueden ayudarnos a sanar y de cómo comencé a interesarme por la Arteterapia en un sentido mucho más profundo y personal, en el sentido de la Psicomagia de Alejandro Jodorowsky.

Después de haber enfrentado a situaciones graves de violencia física y psicológica (golpiza, tortura, extrangulación, fractura de mano y mutilación de medio dedo indice), haber estado al borde de la muerte violenta, amenazas de muerte, traiciones de falsas amistades y el robo de toda mi herencia material y sentimental paterna, todo en menos de cuatro meses, a finales del año 2015. Después de todo eso, y de verme forzadamente aislado y abandonado por mi anterior entorno social ─o de socialización─, este poema re-apareció en mi vida como una señal luminosa durante mi recuperación inicial y me sirvió de asidero emocional o existencial para seguir adelante. Sirvió para revisar lo que había vivido, para cuestionarme responsabilidades, para señalar a los agresores y cómplices de tantas injusticias. Para reinventarme, pero también para aceptar y comprender que las formas de identidad/identificación que heredé de mi familia, las que me fueron impuestas por la sociedad y las que fui eligiendo a lo largo de los anteriores 32 años de vida podían ─y debían─ deconstruirse, reinventarse, replantear prioridades de la vida y confluir hacia algo liberador. El poema funcionó como una revelación y como psicoterapia.

Transformando ese énfasis martirizado que caracterizó gran parte de mis experiencias previas, esa tendencia peligrosa e inconsciente a “ponerle el pecho a las balas”, o lo que entonces llamé “jugar el rol de pararrayos de la violencia”, en una nueva manera de entender y vivir la vida. Liberandome, paso a paso, de indefensión aprendida, mesianismo o Síndrome de Estocolmo. Así como de vampirxs energéticxs, falsas amistades o camaraderías, oportunistas negligentes, e indolentes hipócritas. Retomando y comenzando relaciones realmente potenciadores y una nueva vida más plena.

Les dejo con la lúcida y trágica poesía de un gran maestro de la literatura y la historia social decolonial (Eduardo Galeano, 1940-2015) homenajeando a otro gran maestro de la identidad, la filosofía y la pedagogía (Simón Rodríguez, 1769-1854). El significado de su vida, de su lucha y de su tragedia, con la que llegué a identificarme, sobre todo en su última frase, como nunca antes. Esta vez para evolucionar.



IMAGEN 1: Juan Agustín: Retrato de Simón Rodríguez (miniatura), 1851.
Colección Museo Pérez Chiriboga, Quito, Ecuador.
IMAGEN 2: S/A: Simón Rodríguez. Colección Caracciolo Rivas,
Obras gráficas, Archivo Audiovisual de la Biblioteca Nacional.
FUENTE: Revista Memorias de Venezuela. Nº 41, Octubre 2016.
Caracas: Centro Nacional de Historia. Páginas 31 y 34.



El solo


En lugar de pensar en medos, en persas, en egipcios, pensemos en los indios. Más cuenta nos tiene entender a un indio que a Ovidio. Emprenda su escuela con indios, señor rector.

1851, Lacatunga, Ecuador: Simón Rodríguez ofrece sus consejos: que una cátedra de lengua quechua sustituya a la de latín y que se enseñe física en lugar de teología. Que el colegio levante una fábrica de loza y otra de vidrio. Que se implanten maestranzas de albañilería, carpintería y herrería.

Por las costas del Pacífico y las montañas de los Andes, de pueblo en pueblo, peregrina don Simón. Él nunca quiso ser árbol, sino viento. Lleva un cuarto de siglo levantando polvo por los caminos de América. Desde que Sucre lo echó de Chuquisaca, ha fundado muchas escuelas y fábricas de velas y ha publicado un par de libros que nadie leyó. Ropa no carga. No tiene más que la puesta.

Bolívar le decía mi maestro, mi Sócrates. Le decía: Usted ha moldeado mi corazón para lo grande y lo hermoso.
La gente aprieta los dientes, por no reírse, cuando el loco Rodríguez lanza sus peroratas sobre el trágico destino de estas tierras hispanoamericanas:
¡Estamos ciegos! ¡Ciegos!

Casi nadie lo escucha, nadie le cree. Lo tienen por judío, porque va regando hijos por donde pasa y no los bautiza con nombres de santos, sino que los llama Choclo, Zapallo, Zanahoria y otras herejías. Ha cambiado tres veces de apellido y dice que nació en Caracas, pero también dice que nació en Filadelfia y en Sanlúcar de Barrameda. Se rumorea que una de sus escuelas, la de Concepción, en Chile, fue arrasada por un terremoto que Dios envió cuando supo que don Simón enseñaba anatomía paseándose en cueros ante los alumnos.

Cada día está más solo don Simón. El más audaz, el más querible de los pensadores de América, cada día más solo.

A los ochenta años, escribe:
Yo quise hacer de la tierra un paraíso para todos. La hice un infierno para mí.



FUENTE: Wikipedia Español


Eduardo Galeano [2012]: Ventanas. Caracas: Fundación Editorial El perro y la rana, 2017. Páginas 48-49.
FUENTE: http://www.elperroylarana.gob.ve/libros/ventanas
VERSIÓN DIGITAL: https://www.scribd.com/document/364289139/Ventanas

¡Renaciendo de tus cenizas, Fénix, y volando alto!

Namaste, Aho, Ashe


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