Mi casa de campo, de hermosos ríos y peces, en el que navego por la luz que resplandece las aguas cristalinas y divinas. Los bríos de mí cuerpo se erizan por solo viajar con el viento que toca mí piel. Y el pastizal hace que maquine las mil aventuras, dejando que el vendaval mueva mi cabello cuando cabalgo mi corcel negro.
En mi casa de campo, veo las aves alzar el vuelo, aleteando sus alas al sol, cantando sus bellas melodías como bendición de la mañana. También observo al capataz de una hacienda que adentra en los potreros a buscar el ganado a paso lento, para luego ir a ordeñar las vacadas.
Mi ganado está encerrado, hoy domingo tempranito empezó mi faena…: Si ordeñamos, cuajamos ¡Que sonido tan mágico produce el chorro de leche al romper la espuma en el balde! Esta es mi casa de campo, un lindo hogar.
En la madrugada se empieza a recoger las hamacas para empezar la faena, Si sembramos, cosechamos; así como quien soterra una semilla, la ve germinar, espigar y recoge su fruto.
Mi casa de campo, cobijo bendecido por tener una bella familia, una hermosa vecindad, la misma que nos sirve de seguridad. Cuando cae la lluvia reverdece mi paisaje…, y al amanecer una taza de café con un aroma a canela viendo desde mi ventana el sol salir por la pradera. Como sabrán mi casa de campo de la cual suscribo es: Venezuela.
Escrito por Jhon A. Romero.-