Antes amanecer sin dormir quizás era un gran placer viniendo de la rumba, el cansancio que te haria dormir hasta el mediodía...
Hoy, en mi caso el cansancio y los pensamientos me impiden dormir, y no porque no sepa como sino que entre tantas cosas cuando ya se que debo dormir mi deber de madre me llama y, a eso no hay un: estoy cansada que valga.
Es preferible una vez cumplido ese rol, levantarse de la cama y hacer de tu día un poco más productivo, bajo la premisa: El que madruga Dios lo ayuda.
Hasta galletas me dio tiempo de hornear..
Un gran día para darle gracias a Dios, por sus infinitas maravillas.