Buscando en mi pasado alguna idea o anécdota interesante que pudiera compartir con ustedes, así como en algunos de los dibujos que he realizado a lo largo de los años, me topé con un par de imágenes en mi computadora. Son dos dibujos que ya había incluido entre otros en mi post introductorio como representación de mi lado artístico, el cual pueden visitar aquí para conocerme un poco más. La razón por la que vuelvo a compartirlos en este artículo es porque hay una historia detrás de ellos, una historia breve pero historia al fin, de la cual podemos aprender algo. Se trata de la inexistente historia de Icegirl y Speedboy. Aunque sus nombres y aspecto puedan sugerir que son alguna clase de superhéroes o villanos sacados de algún comic en realidad son personajes inspirados en hechos reales.

Hace mucho tiempo fui un joven enamoradizo. A menudo me fijaba en alguna chica sin realmente conocerla bien y cometía el error de dejar a mi corazón correr como un salvaje e indómito corcel. Permití muchas veces que mis emociones crecieran a un ritmo acelerado, totalmente desproporcionado a lo que la otra persona pudiera sentir, si es que acaso sentía algo. Esto trajo como consecuencia que mi corazón se rompiera en múltiples ocasiones. Una vez me “enamoré” tontamente de una chica que no me prestaba la más mínima atención, me ignoraba por completo y sus respuestas eran súper secas, frías, por lo cual la bauticé como la chica de hielo (Icegirl). Afortunadamente los sentimientos que tuve hacia ella fueron breves pero esta decepción sentimental me inspiró a realizar estos dibujos sacados del baúl de los recuerdos y que comparto hoy con ustedes.

Aunque la amabilidad y el trato cordial a todas las personas nunca está de más, el problema no era ella. El problema era yo y la incapacidad de frenar mi corazón ante los impulsos juveniles. Mi aprendizaje se cristalizó al realizar el segundo dibujo y dar nombre al personaje, reconociendo mi equivocación y liberando a la chica de hielo de toda responsabilidad de lo ocurrido. Con el tiempo aprendí que en esa época no conocía lo que era el verdadero amor pero todo es parte de nuestro crecimiento y viaje hacia la madurez.