Cuando se estaban repartiendo los colores a todas las cosas,
el gran pintor iba considerando el querer de cada una.
Al preguntar al sol, este dijo:
dame el amarillo para evidenciar la belleza de todas las demás cosas,
y así fue cumplido.
Al preguntar a la luna,
esta precisó en el blanco para atenuar y tranquilizar la noche,
y así fue cumplido.
Las estrellas atónitas ante tal dulzura
no dudaron en acompañarla y también se vistieron de color luna.
Así, todas las cosas fueron pintadas
a gusto propio como las conocemos.
Unas fulgurantes otras más apacibles.
Y faltando el agua, esta respondió:
gran pintor, deseo no tener color.
Y entonces fue cumplido.
Y el agua sin color y sin querer,
unas veces se pinta de calidez y brillo solar,
otras veces,
de color hermosura lunar.
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