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Desempolvar sentimientos que durante mucho tiempo hicieron vida junto a los muertos, tomarlos y sacudirlos pensando que con muchos argumentos quizás lleguen a un perfecto funcionamiento.
Hacerlo aún sabiendo lo inútil que puede llegar a ser el procedimiento, entendiendo, pero a la vez como sino, que lo que se intente armar con ellos puede venirse al suelo en menos tiempo del que se lleva un parpadeo.
Pensar en volar con ellos es como disfrutar el despegar y regocijarse en cada aleteo, sintiendo el cálido viento que hace elevar.
La verdad es todo una demencia, pues es saber que mientras más alto se llegue, más turbulenta sera la caída en picada y devastador el impacto con que acabará.
Son sentimientos que después de ser tomados de aquel lugar necesitan tiempo, mucho tiempo, durante el cual puedan verdaderamente repararse y tener vida, quedar como nuevos.
¿Llenar de esperanza el corazón y avanzar?
O ¿Ver sus vestigios y querer virar?
El tiempo hablará.
Por su puesto que lo hará y en su andar determinará si será un niño amor, loco amor, tierno amor o una falacia.
Siente, ama, vive.
¡Uno para todos y todos para uno!
