Apártense de los ídolos/ ¿Quiénes son los ídolos?

La idolatría va estrechamente ligada al pecado; ya que, el pecado que produce muerte es la idolatría.

Veamos el porque de esta aseveración.

El Apóstol Juan en su primera epístola capítulo 5 versos 16 y 21, afirma lo siguiente:

Si alguno ve a su hermano cometer un pecado que no lleva a la muerte, ore por él y Dios le dará vida. Me refiero a quien comete un pecado que no lleva a la muerte. Hay un pecado que sí lleva a la muerte, y en ese caso no digo que se ore por él. Queridos hijos, apártense de los ídolos.

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Ciertamente, todos sabemos que, las religiones politeístas están estrechamente enmarcadas en el pecado de la idolatría.
La verdad que todos debemos saber es que:

¡Dios no comparte su gloria con nadie!

La idolatría es pecado, y según el Apóstol Juan, es un pecado que lleva a la muerte, que ni aún merece que insistamos en orar por tales personas que incurren en tal desdén sin reacción a las consecuencias fatales que tendrán.
También termina diciendo, en el mismo capítulo y ya para cerrar la epístola:

¡Apártense de los ídolos!

Muy bien, diremos entonces, mis apreciados lectores de la comunidad de Steemit; entendemos que la idolatría es un pecado que trae como consecuencia fatal la muerte. Que Dios no se complace en los idólatras, porque Dios el único y verdadero Dios no comparte su gloria con nadie. Pero...

¿Quiénes son los ídolos?

Todos, tenemos la tendencia de caer en la vida, somos humanos, frágiles y vulnerables. la pregunta entonces, responde a otra pregunta, ¿Cómo saber o identificar, qué es lo que estoy idolatrando?

En nuestra cultura occidental, solemos ser muy devotos, místicos, nos encantan los amuletos para la buena suerte, nos encomendamos a cualquier cantidad de imágenes, ponemos nuestra confianza en personas, objetos, trabajo y hasta en ¡Stemmit!. Sí, es un poco loco suponerlo así, pero la verdad es que si, idolatramos casi cualquier cosa o persona.
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Aún en el ámbito religioso o eclesiástico, se suele idolatrar al Papa, al sacerdote, al chaman de pueblo, al pastor de la iglesia cristiana; ó al médico que sana todo los males, a la maestra que mejor enseña, al patriarca o matriarca de la familia por su ejemplo y legado, al presidente de un país (aunque sea bastante malo gobernando), al jefe de la empresa, a nuestros padres y hasta a nuestros hijos; sí hasta a nuestros pequeñines de la casa.


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¿Idolatramos a nuestros hijos?

¡Uy! pues sí, aunque no lo podamos creer; muchas veces sucede que nuestra devoción y afán por ser los mejores y mas grandiosos padres que jamás hayan existido, cometemos los errores más tremendos que nos imaginamos en la tarea.
Desde que nacen, surge una conexión como mágica entre el bebé y sus padres. Comienzan las declaraciones y promesas de protección de cuidado, de cariño y amor. Frases como:

¡Siempre estaré para ti!
¡Donde y cuando me necesites allí estaré!
¡Nunca te dejaré ni te desampararé!
¡No te faltará nada! ¡Lo juro!
¡Trabajaré como un esclav@ para darte todo lo que necesites y hacerte feliz!
¡Eres mi adoración!
¡No podría vivir sin ti!
¡Eres todo para mi!
y la lista es larga y extensa.

A los hijos de nuestro vientre les damos una especial atención, valoración que termina siendo adoración si no despertamos del idilio de amor, para darnos cuenta en el precipicio que vamos a caer.

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Apartarnos de la idolatría, de no incurrir en fallas que luego serán irreparables; si no reaccionamos sería fatal.
Nos hacemos daño y lo peor es que también, le haremos daño a ese ser tan preciado que se nos ha entregado en nuestras manos para que le criemos en amor. El deseo de todo buen padre, es lograr que nuestros hijos sean independientes de nosotros. Que vivan a plenitud una vida irreprochable, una historia digna de contar y seguir.


Cuidarnos de no caer en la tentación de idolatrar a esos seres bellos que tenemos bajo nuestra responsabilidad por un poco de tiempo.


Guardarnos de idolatrar, inclusive a nuestros retoños; es cosa dura pero necesaria. Ayudará a que seamos personas de corazón íntegro y recto delante de nuestro Creador, el cual no comparte ni compartirá jamás su gloria con nadie porque sólo él es digno de recibirla. Y además ayudará a que nuestros pequeños, lleguen un buen día a ser independientes, libres, grandes, ejemplos a la sociedad y traigan a nuestra vida satisfacción y gozo por el buen trabajo que realizamos como padres.

Recuerda: Apártate, Guárdate, Cuídate de los ídolos que usurpen el lugar de Dios en tu vida.

¿Quiénes son los ídolos?

A esos los escoges ¡tu! y a esos los apartas de tu vida ¡tu!.

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