La barquita. Sobre amar y un poco más. (ESP)

Construyámonos una barquita y subamos a ella. O una balsa nos sirve también. No tiene que ser demasiado grande, basta que quepamos ambos.

La madera puede ser de cualquier color: oscura, clara, pálida o derruida por los años. Si soporta nuestro peso, es más que perfecta. Esperamos con los dedos cruzados que pueda superar las peripecias del mar que se convierte en océano y de la brisa que trae la tormenta. No fijes ningún rumbo, dejémonos llevar. Que sea la corriente y el tiempo los que decidan el destino. Un destino perfecto, a mi parecer.

Toma mi mano y acompáñame de cerca cuando hace frío y mantenme distraído cuando el calor se hace insoportable. ¿Cómo se siente, no tener que calcularlo todo?

A mi me gusta. Me gusta si llegamos a la costa o si nos perdemos en el medio de la nada; me gusta si te caes al mar o si te tumbo entre risas; me gusta si nos dormimos bajo el sol o si pasamos la noche a mirar las estrellas. Y si un día decides detenerte. Si un día no soportas más el movimiento de las olas y quieres parar allí, estará bien.

Yo seguiré, exactamente a donde me lleve la corriente.

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