El 8 de julio de 1896, William MacDonald fue juzgado bajo el cargo de intento de robo. Varias personas lo vieron en una tienda de la Segunda Avenida, en Nueva York, entre ellas un par de miembros de la policía, que trataron en vano de capturarlo.
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Pero se presentó en la corte el profesor Wein, hipnotizador bien conocido. Puso éste su mano sobre la Biblia, y juró que a la misma hora en que el acusado era visto cometiendo el robo, estaba realmente en el escenario de un teatro de variedades de Brooklyn, ante un numeroso público, sumido en trance hipnótico.
La defensa presentó a diez respetables ciudadanos que subieron al escenario en aquella ocasión, y no dudaban ahora en identificar al acusado como el hombre que vieron dormido.
- Profesor Wein, preguntó el fiscal, ¿cree posible que el espíritu de William MacDonald viajó mientras su cuerpo reposaba en el teatro?
- Muy posible, admitió el profesor, y un murmullo estremeció la sala.
Minutos después el jurado delibero y pronunció su fallo:
- Encontramos al acusado inocente del cargo de intento de robo.
Por primera vez en la historia, se absolvió a un hombre por la sencilla razón de que estuvo en dos sitios al mismo tiempo.
