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La musa y yo hemos compartido entre poesías; el deleite por ella. Entre lo sutil que se mezcla con lo dulce y lo amargo. Ella se ha convertido en ladrona de tantos tormentos. Y en este oficio, aún no atino los versos precisos para persuadirla, que se quede sin habla, que me quiera tanto como yo.
Mi musa y yo hemos descubierto, en tierra firme su voz aguda hablando de las mil y una noches, y pirata de rimas me he convertido en busca del aire.
No existe un lápiz que coloree tanto para amar, no hay libreta que resista impulsos e inventos, ni acuarela que le de mayor brillo al color en su piel.
El primero vino y abrió tus piernas antes que tu amor, y por eso tanta desconfianza que me obliga a reconfigurar cada punto en tu corazón; para que perdones y te perdones tú también.
Mi musa y yo, hemos realizado exploraciones a la celebración con ella: rubia sol, morena playa, noche y luna negra, rojo guayaba y nos curamos con áloe vera y lima, para que no queden señales de que siempre te he pensado.
Valle amplio, quiero recorrerte y con óleo en los dedos, quiero cambiarte hasta el ser y hasta que sea innecesario, corroerte en las maldades siempre besables.
Quiero tocarte al filo de la lengua, cortante y purificante; en las fronteras en conflicto y en las demarcaciones prohibidas.
Calcíname los errores, así como te arranco el cabello y no deseas escapar. Lacera los estupores en los cuales me inspiraste para hablarte sin mucho rodeo, sin economizar este deseo porque siempre acompañado, junto a los mejores refuerzos; me levanto de las ruinas, para conquistarte.
