Muy pocas personas de nuestro mundo civilizado no podrán responder a la pregunta de ¿Quién escribió “El Quijote”; pero también muy pocas personas sabrán algo más de Cervantes y esas serán muy probablemente las mismas que se hayan acercado a conocer más de cerca y de primera mano a su personaje, don Quijote de la Mancha.
Pero, claro, si queremos saber algo sobre Cervantes, tenemos , o mejor, han tenido que investigar fuentes históricas, rebuscar documentos, hacer cábalas, no siempre creíbles sobre su carácter, su vida o más recientemente, sobre el paradero de sus huesos.
En cambio, para saber cómo era y lo que hizo don Quijote, simplemente tenemos que pasar un buen rato o dos o tres buenos ratos, leyendo sus aventuras.
Es lógico, entonces, comprender cuál de los dos personajes, el real o el “de papel”, tiene más atractivo para nosotros.
Además¿ quién no ha sentido la presencia real de don Quijote cuándo ha parado a comer en la venta de Puerto Lápice? Y vaya usted a convencer a algunos turistas de que don Quijote no estuvo realmente allí, que todo ha sido una invención. ¿Quién es pues, más real, después de más o menos tres siglos: Cervantes o don Quijote?
Unamuno, angustiado por saberse mortal, buscaba una cierta inmortalidad a través de sus obras,
“Cuando yo ya no sea,
serás tú, canto mío!
Tú, voz atada a tinta,
Aire encarnado en tierra,
Doble milagro,
Portento sin igual de la palabra,
Portento de la letra,
Tú nos abrumas,
Y que vivas tú más que yo, mi canto!
Oh, mis obras, mis obras,
Hijas del alma,
Por qué no habréis de darme vuestra vida?
Por qué a vuestros pechos
Perpetuidad no ha de beber mi boca?”
El escritor es mortal mientras que sus personajes no lo son y si algunos autores sobreviven al paso del tiempo en la memoria colectiva, es gracias a sus personajes, sus “hijos espirituales” creados sólo con la imaginación y la palabra.
Si no hubiera nacido el personaje literario, si la novela no hubiera pervivido a través del tiempo, si don quijote, no nos pareciera un personaje real, si no lo hubiéramos visto caminar, luchar, estrellarse una y otra vez con la realidad, no nos hubiéramos preguntado nunca : ¿Quién fue Cervantes, cómo era, que hizo? A algunas de estas preguntas aún las podemos responder. Cuando pasen unos siglos, nos olvidaremos del “personaje” de carne y hueso, y seguiremos disfrutando con las amigables charlas de Don Quijote y Sancho por los campos de la Mancha, como ocurre, con Aquiles, Ulises y tantos otros héroes inolvidables.