De nuevo regreso a la nada, de nuevo estoy en el entorno mas decolorado que he visto. La incapacidad siempre me ha causado frustración, pero experimentarla luego de conseguir la inspiración es mas brusco todavía, y es que creo que ya se ha vuelto una enfermedad que no solo me condiciona a mí, sino a todos los que vivimos de la expresión artística.
La mala sensación de no pensar en nada, de sentirte en una cámara de gravedad cero donde es imposible entrar en contacto con algo (al menos no con facilidad) o en el fondo de un mar tan oscuro como desconocido a cualquiera de nuestros sentidos. Quizás eso sea lo mas característico de la falta de inspiración, la impotencia de no generar algo que te mantenga agusto, que te limite y te vuelve incapaz de crear de nuevo.
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Y enfatizo, es una enfermedad y de las malas, de las que no me dejan pensar tranquilo ni dos segundos, ni comer, ni dormir. Lo peor de todo es cuando por fin se te ocurre una gran idea, una chispa de inspiración que combustionas para poder explotarla y llevarla al máximo y justo en el momento en que más te emocionas por lo genial que va... notas que es una fiasco y lo desechas todo. Lo bueno es que la persistencia trae frutos y tarde o temprano la falta de inspiración
pasa, la persistencia la vence y solo nos queda la idea de evitarla a toda costa.
