Una tarde, un café, en donde él nunca pensó caer en el balcón de su mirada, ni mucho menos dejarse llevar por el mar de sus labios tan hermosos, en donde cualquier hombre quisiera nadar.
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Él siendo invierno oscuro y triste, ella alegre y dulce primavera con flores violetas.
Él un estúpido que solo trata de comprender la vida, ella una loca que disfruta cada día como si no hubiera un mañana.
Él siendo día soleado con calor abrumador, ella siendo la bella noche con hermosas estrellas.
Solo fueron polos opuestos que coincidieron en la hora exacta y en el momento exacto.
El comienzo de una pequeña historia en donde el solo quería amarla, pero ella pensó que era otro sentimiento pasajero en su vida, simplemente por la herida que había dejado un amor no correspondido.
Una mañana, un café, en donde él se daba cuenta que su sentimiento hacia ella crecía cada vez más, pero no daba a conocer ese sentimiento tan hermoso por temor al rechazo.
Una tarde, un café, en donde ella le confesó que tenía miedo de ser lastimada nuevamente, y él juró sacarla de lo rutinario para hacerle entender que no quería ser pasajero en su vida.
Una mañana, un café, en donde un beso encendió esa chispa de deseo que ella andaba buscando, y él no dudo en tocarla con el sentimiento más puro e ingenuo con el cual se puede amar una persona, ella se sintió amada, y él la hizo ver universos en donde alguna vez solo llego a ver estrellas.
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Una tarde sin café, en donde él la esperaba con ansias después de lo sucedido el día anterior, pero ella nunca llegó...
Y así pasaron varias mañanas y tardes, en donde él la esperaba en aquel café donde llegó a conocerla, sin entender el motivo de su partida, solo le quedó el sabor de lo efímero y el fuego de aquella pasión que le tocaba echar al olvido.
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