De la falta de palabras.

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Y te escribo, sin querer prestarle demasiada atención a la distancia, al tiempo que corre y corre sin parar y a eso que llaman amor. Y es que creo que eso del amor, no nos pertenece. Creo que es algo extraño que nunca terminamos de entender, que nos envuelve, que nos atrapa, que nos vuelve frágiles y que nos devuelve la esperanza al mismo tiempo que nos llena de miedos. No nos pertenece y aún así nos mueve y nos vuelve valientes e irracionales. Es una mezcla inefable que se acopla en un mismo todo.

Entonces me encuentro aquí, llena de letras de naufragio en primaveras, necesitada de aquellas palabras que se quedaron atascadas en el invierno. Me encuentro atascada, naufragando en tu nombre, en tus palabras, en tus sentimientos, en tus pensamientos y en los míos. Naufrago con la única esperanza de reconstruir aquella historia que perdí. Naufrago y me evaporo al ver tu nombre escrito en mi pantalla, al recordar tus labios y tus manos. Naufrago y me evaporo y me ahogo de felicidad al escuchar tu voz.

Y todo sigue igual, ¿sabes? La calles siguen iguales, el tren sigue andando igual, las personas siguen iguales. Y es que nadie llega a notar la ausencia inmensa de tu voz, la falta de alegría y entusiasmo que estaba impregnada en tu presencia.
Y entonces es el momento de confesarte que no sé qué estoy esperando. Qué terrible, ¿no? Eso de esperar, digo. Es incluso más terrible que el no esperar nada, que el quedarse sin margaritas que deshojar. Entonces, espero y espero y me toca desarmar el tiempo, cada hora, cada minuto e incluso cada segundo. Porque eso es lo único que nos queda, el único medio para que la memoria le gane al olvido.

Y es que no quiero que el espejismo nos gane, que nos falte aquello que nos mantiene a flote, que la falta de palabras sea más grande que la distancia. Y sé que es complicado eso de no tener palabras, yo intento buscarlas, sacarlas de los lugares que no sabía que en mi existían. Intento e intento y no hago más que chocarme con aquella realidad que aparece tras escuchar tus respuestas a mi falta de respuestas.
Entonces aquí estoy, naufragando, evaporándome, ahogándome de felicidad. Aquí estoy y no encuentro manera de escapar de la dicotomía del quererte y del quedarme sin las únicas palabras que nos mantienen andando.

Y es que sucede que me pasan tantas cosas y que no estás. Sucede que te pasan otras tantas y que no estoy. Sucede que sólo nos queda el tiempo porque el espacio nos los han quitado. Sucede que nos mantienen vivos las palabras y el querer, las añoranzas y el sentir.

Sucede que te extraño y que estoy llena de dudas, de ironías y de espejismos y que no encuentro forma de apaciguar tanto desastre.

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